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Detrás de los cultivos que componen nuestros alimentos existe una amplia historia desconocida para la mayoría de los consumidores. La falta de conocimiento sobre los cultivos de plantas actuales que se basan en los mecanismos de la genética ha generado que muchos consumidores rechacen alimentos generados con esas técnicas.

Editando genes para mejorar la producción de alimentos

Los organismos genéticamente modificados son plantas, animales, hongos o bacterias a las que se les ha agregado, mediante ingeniería genética, uno o unos pocos genes con el fin de mejorar ciertos rasgos, como la resistencia a las plagas, su calidad nutricional, la tolerancia a heladas, entre otros.

El organismo genéticamente modificado es el cultivo u organismo del cual se obtiene el alimento y no es el alimento en sí mismo. Generalmente se habla de “alimentos derivados de organismos transgénicos”. De hecho, en su sentido más amplio, un alimento puede ser derivado de un organismo genéticamente modificado directamente (ejemplo: polenta de maíz genéticamente modificado), o bien porque en su fabricación se emplean microorganismos genéticamente modificados (levaduras, bacterias ácido-lácticas) o ingredientes que provienen de organismos genéticamente modificados, como aceites, aminoácidos, jarabe de alta fructosa (que, a su vez, se obtienen por acción de enzimas derivadas de microorganismos genéticamente modificados).

Entonces, podemos definir a los alimentos derivados de organismos transgénicos como: alimentos que proceden de plantas en cuyas células se han introducido genes extraños utilizando la ingeniería genética. Así se puede “cortar” y “pegar” genes, diseñando  variedades de plantas en las que se recombina información genética de especies muy dispares, que nunca se habrían podido cruzar en la naturaleza. Cuando se insertan genes extraños en una célula, esta puede originar cambios en las características de la planta o animal, por modificaciones originadas en proteínas de la misma.

Dentro de los cultivos genéticamente modificados más difundidos en la Argentina se encuentran: la soja y sus derivados, como las harinas, las lecitinas, las proteínas y los aceites; y el maíz y sus derivados, como los almidones y aceites. Entre los productos alimenticios elaborados con derivados de organismos genéticamente modificados pueden encontrarse galletitas, salsas, bebidas a base de soja, chocolates, patés, por citar algunos ejemplos.

¿Por qué surgen y para qué sirven los organismos genéticamente modificados?

El objetivo inicial del desarrollo de organismos genéticamente modificados fue aumentar la protección de los cultivos mediante la introducción de resistencia a enfermedades causadas por insectos o virus y/o facilitar el manejo del cultivo mediante una mayor tolerancia a los herbicidas. Actualmente la tendencia es hacia el incremento del valor nutricional de los cultivos y a incorporar caracteres de resistencia a estreses ambientales.

Transgénicos en la Argentina y en el mundo

Dentro de los cultivos transgénicos sembrados en el mundo se encuentran: soja, maíz, algodón, canola, remolacha azucarera y alfalfa con tolerancia a herbicidas; maíz, algodón, berenjena y caña de azúcar resistentes a insectos (Bt); maíz, algodón y soja con tolerancia a herbicidas y resistencia a insectos combinadas; papaya y calabacín amarillo resistentes a virus; y maíz y caña de azúcar con tolerancia a sequía. También clavel y rosa color azul, papa y manzana menos susceptibles al pardeamiento; soja y cártamo con alto contenido de oleico; cártamo que produce precursor de quimosina bovina en sus semillas y ananá/piña color rosa.

La superficie sembrada de transgénicos continúa creciendo. Aproximadamente 17 millones de agricultores siembran cultivos genéticamente modificados en más de 190 millones de hectáreas, distribuidas entre 29 países.

En 2019, los cinco principales países con siembras de cultivos transgénicos en niveles superiores al 90 % fueron Estados Unidos, Brasil, la Argentina, Canadá e India.

El primer cultivo transgénico en la Argentina fue la soja tolerante al glifosato. Se aprobó y sembró por primera vez en 1996 y, desde ese momento, el área sembrada con cultivos transgénicos, también llamados genéticamente modificados, ha ido creciendo a grandes escalas. Otro tipo de cultivos transgénicos aprobados y muy rápidamente adoptados en la Argentina son los cultivos resistentes a insectos (cultivos Bt). También hay varios cultivos transgénicos que combinan la tolerancia a herbicidas y la resistencia a insectos. Con 24 millones de hectáreas sembradas, aproximadamente, que representan el 12-13 % de la superficie global de transgénicos, la Argentina es el tercer productor mundial de cultivos genéticamente modificados, después de Estados Unidos y Brasil.

Recientemente en la Argentina se aprobó el cultivo y la comercialización del trigo transgénico HB4, más resistente a las sequías y tolerante a los herbicidas más potentes. La productividad de las áreas cultivables a menudo se ve limitada por el déficit hídrico en las etapas críticas de los cultivos y con ello, las pérdidas económicas asociadas a las variaciones en la frecuencia y la intensidad de las lluvias. Este es el primer trigo transgénico del mundo y fue diseñado para incrementar la productividad de las cosechas.

Los agricultores encuentran beneficios en la adopción de estos cultivos, ya que les generan disminución de los costos, mayor flexibilidad en el manejo de los cultivos, disminución en el empleo de insecticidas, mayor rendimiento y mejor calidad de la producción.

En el sector agropecuario argentino la tasa de adopción de cultivos transgénicos es una de las más altas en cuanto a adopción de nuevas tecnologías y supera, inclusive, a la observada con la incorporación de los híbridos en el cultivo de maíz.

En la Argentina podemos decir que estamos en el techo de adopción de la tecnología para los cultivos extensivos, porque prácticamente el 100 % de la soja, el 100 % del algodón, y más del 99 % del maíz que se cultivan en nuestro país son transgénicos. Las características presentes en estos cultivos son la tolerancia a herbicidas y la resistencia a insectos (Bt), y se encuentran solas o combinadas. La tendencia, en la mayoría de los casos, es a combinar características en el mismo cultivo. En la campaña agrícola 2020/2021 también había sembradas unas 5.000 ha de alfalfa transgénica, con menor contenido de lignina y tolerancia a herbicida, lo que representa un <0,2 % del total de alfalfa implantada.

¿Quiénes están a cargo de la aprobación de transgénicos en la Argentina?

La autorización para la comercialización de un cultivo transgénico está a cargo de las autoridades del Ministerio de Agricultura Ganadería y Pesca, que se basa en los informes técnicos elaborados por tres direcciones y sus comisiones asesoras. Se evalúa que los cultivos transgénicos y sus productos sean seguros para el consumo, tanto humano como animal, que sean seguros para el ambiente y que no tengan un potencial impacto negativo en las exportaciones.

La Dirección de Biotecnología y la Comisión Nacional Asesora de Biotecnología Agropecuaria (CONABIA) evalúan los posibles riesgos que puede causar la introducción del cultivo transgénico en los agroecosistemas. El Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA) y el Comité Técnico Asesor para el uso de organismos genéticamente modificados (CTAUOGM) evalúan los riesgos potenciales para la salud humana y animal derivados del consumo, como alimento, del cultivo transgénico o sus subproductos. Finalmente, la Subsecretaría de Mercados Agropecuarios (SSMA) determina la conveniencia de la comercialización del cultivo transgénico de manera de evitar potenciales impactos negativos en las exportaciones argentinas. Luego de considerar los tres informes técnicos mencionados, el Secretario de Alimentos, Bioeconomía y Desarrollo Regional toma la decisión final y autoriza la siembra, consumo (humano y animal) y la comercialización del cultivo genéticamente modificado evaluado.

Alimentos derivados de organismos transgénicos: ¿es necesario informar al consumidor en las etiqueta?

La legislación vigente en nuestro país no obliga a informar el listado completo de distintas categorías de alimentos o ingredientes elaborados a partir de organismos transgénicos. Tampoco se informa sobre las características genéticas que se han alterado en cada organismo ni los procedimientos de evaluación que se aplican antes de ser elaborados y destinados a la comercialización.

En diversos trabajos se observó que, por las presiones de los consumidores y diversos grupos que rechazan los cultivos transgénicos y sus derivados, muchos países han introducido regulaciones para el etiquetado de los alimentos derivados de organismos transgénicos. Sin embargo se debe hacer hincapié en que el etiquetado no tiene relación alguna con los aspectos de inocuidad y seguridad de los OGM, los cuales son sometidos a evaluaciones rigurosas antes de su liberación y comercialización para consumo humano o para ser empleado como materia prima en la producción de alimentos.

Karina Cellerino es licenciada en Gestión de Agroalimentos por la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad de Buenos Aires (UBA), doctora de la UBA, Área Bromatología. Es docente de la Cátedra de Bromatología, Facultad de Farmacia y Bioquímica, UBA y docente con Formación Pedagógica en Enseñanza Universitaria, Orientación Ciencias de la salud.

Bibliografía

ArgenBio, cultivos transgénicos. Disponible en: https://www.argenbio.org/cultivos-transgenicos/197-los-cultivos-transgenicos-en-argentina

Base de datos de aprobación de GM de ISAAA. Disponible en: https://www.isaaa.org/gmapprovaldatabase/.

Plataforma de alimentos transgénicos de la FAO. Disponible en:https://www.fao.org/food/food-safety-quality/gm-foods-platform/graph/ranking-commodity/en/

Franco-Navarro, J.D. 2020. OGM: una mirada introspectiva al pasado, presente y futuro (GMO: an introspective sight into the past, present and future). Hidden Nature – Número 12 · 4T/2020 – ISSN 2531-0402 (págs. 8-12) DOI: 10.13140/RG.2.2.33943.80808.

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