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El reciente cierre del Instituto Nacional del Cáncer (INC) y del Programa Nacional de Cuidados Paliativos ha generado una profunda preocupación en la comunidad médica y en la sociedad en general. Estas decisiones afectan directamente la calidad de atención de miles de pacientes oncológicos en Argentina y representan un serio retroceso en la salud pública.

EL ROL FUNDAMENTAL DEL INC

El INC fue creado para centralizar y coordinar estrategias de prevención, diagnóstico y tratamiento del cáncer en el país. Entre sus funciones más destacadas se encontraba la gestión del Registro Institucional de Tumores de Argentina (RITA), que permitía a hospitales de todo el país sistematizar datos epidemiológicos y mejorar la planificación sanitaria. Además, el instituto capacitaba profesionales en oncología y epidemiología del cáncer, promoviendo la generación de información científica clave para la toma de decisiones.

Con su cierre, no solo se desmantela una red de datos imprescindible para el control del cáncer, sino que también se pierden programas de prevención en patologías de alta incidencia como el cáncer de mama, cuello uterino y colorrectal. La desaparición del INC implica la desarticulación de equipos especializados, la interrupción de estudios epidemiológicos y la pérdida de financiamiento en registros provinciales de cáncer.

EL IMPACTO DEL CIERRE DEL PROGRAMA DE CUIDADOS PALIATIVOS

Los cuidados paliativos son una necesidad esencial para pacientes con enfermedades avanzadas, ya que buscan mejorar su calidad de vida y aliviar el sufrimiento. El Programa Nacional de Cuidados Paliativos promovía el acceso equitativo a estos servicios, capacitando equipos de salud y garantizando tratamientos adecuados en hospitales y centros de atención.

Su desmantelamiento deja a miles de pacientes y familias sin el acompañamiento necesario en momentos críticos. La falta de estos servicios incrementará la desigualdad en la atención sanitaria, afectando especialmente a quienes no pueden costear cuidados privados.

UNA DECISIÓN CON GRAVES CONSECUENCIAS

El desfinanciamiento y cierre de estas instituciones afecta no solo a quienes hoy enfrentan el cáncer, sino a toda la población que podría necesitar estos servicios en el futuro. La eliminación de espacios de formación y de recolección de datos epidemiológicos limita el desarrollo de políticas públicas basadas en evidencia, debilitando la capacidad del sistema de salud para responder a esta enfermedad.

Instamos a las autoridades a reconsiderar estas medidas y garantizar la continuidad de estos programas fundamentales. La lucha contra el cáncer y el derecho a una atención digna para quienes padecen enfermedades avanzadas no deben ser abandonados

ANÁLISIS CRÍTICO PERSONAL (FUI TUTOR DE BECA DURANTE 5 AÑOS) DE LA PÉRDIDA DE BECAS PARA PERFECCIONAMIENTO EN FARMACIA ONCOLÓGICA

El cierre del Instituto Nacional del Cáncer (INC) representa un golpe devastador para la formación y especialización en farmacia oncológica en Argentina, particularmente para los profesionales del interior del país que dependían de estas becas para su capacitación. La decisión de clausurar esta institución y, con ello, eliminar un recurso clave para la educación y el perfeccionamiento en un área tan sensible, no solo afecta a los beneficiarios directos, sino que tiene un impacto estructural en la calidad de la atención oncológica a nivel nacional.

IMPACTO EN LA FORMACIÓN PROFESIONAL

Uno de los principales efectos de esta medida es la interrupción del acceso a una formación altamente especializada para farmacéuticos y otros profesionales de la salud. El INC no solo otorgaba becas, sino que también brindaba un espacio de actualización continua en farmacoterapia oncológica, una disciplina que requiere conocimientos específicos y en constante evolución. La eliminación de estos programas implica que muchos profesionales quedarán rezagados en sus conocimientos, lo que puede traducirse en una atención menos eficiente y segura para los pacientes con cáncer.

El perfeccionamiento en farmacia oncológica es un componente crítico para la seguridad del paciente. La manipulación de medicamentos citotóxicos, la preparación de dosis individualizadas y el manejo de efectos adversos requieren una capacitación rigurosa. Sin las becas del INC, el acceso a esta formación quedará limitado a quienes puedan costearla por sus propios medios, generando una brecha de desigualdad en el acceso al conocimiento y perjudicando especialmente a los profesionales de provincias con menos recursos.

CONSECUENCIAS PARA LA EQUIDAD EN SALUD

El cierre del INC agrava las desigualdades en la distribución de profesionales capacitados en farmacia oncológica. Las becas permitían que farmacéuticos de distintas provincias accedieran a una formación de excelencia en centros de referencia. Al eliminarse este apoyo, se refuerza la concentración del conocimiento en los grandes centros urbanos, dejando en una situación de vulnerabilidad a los pacientes del interior del país que dependen de hospitales con menos recursos.

Además, la decisión de cerrar el INC se traduce en una desvalorización del papel de la farmacia oncológica dentro del sistema de salud. En un contexto donde el cáncer es una de las principales causas de mortalidad en la Argentina, resulta alarmante que se desmantele una estructura destinada a mejorar la calidad del tratamiento farmacológico oncológico. La pérdida de estas becas implica, en última instancia, un retroceso en los estándares de seguridad y eficacia en la administración de terapias oncológicas.

RETROCESO EN LA POLÍTICA SANITARIA

La eliminación de un programa de formación de esta envergadura refleja una falta de visión estratégica en materia de salud pública. El fortalecimiento de la capacitación en farmacia oncológica debería ser una prioridad, dado el impacto que tiene en la reducción de errores de medicación, la optimización de recursos y la mejora en la calidad de vida de los pacientes con cáncer. El cierre del INC y la desaparición de estas becas representan un claro retroceso en la política sanitaria del país.

Asimismo, es preocupante la falta de alternativas planteadas por las autoridades sanitarias. Si bien la desaparición del INC podría justificarse desde un punto de vista administrativo, la ausencia de un plan que garantice la continuidad de la formación especializada en farmacia oncológica evidencia una improvisación preocupante. Esta situación deja a cientos de profesionales sin oportunidades de desarrollo y, lo que es más grave, a miles de pacientes en riesgo de recibir un tratamiento farmacológico subóptimo.

CONCLUSIÓN

El cierre del Instituto Nacional del Cáncer y la consiguiente pérdida de becas para farmacéuticos oncológicos constituye un golpe grave para la formación profesional y la equidad en salud. La eliminación de estos programas no solo afecta a quienes aspiraban a perfeccionarse, sino que tiene consecuencias directas en la calidad de atención de los pacientes con cáncer. Es urgente que se revierta esta decisión o, al menos, que se implementen mecanismos alternativos para garantizar que los profesionales de todo el país puedan acceder a una capacitación continua y de excelencia en farmacia oncológica.

Eduardo Lagomarsino es doctor en Farmacia por la Universidad de Buenos Aires (UBA); profesor plenario de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires, especialista en Farmacia Hospitalaria; director del Centro de Información de Medicamentos (CENIME) de la FFyB.