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Desde tiempos ancestrales, los hongos alucinógenos han sido venerados y temidos por igual. Hoy, en medio de un resurgimiento del interés científico, la psilocibina, su compuesto psicoactivo principal, se encuentra en el centro de un debate que enfrenta sus potenciales beneficios terapéuticos con los riesgos asociados a su consumo.

Los hongos alucinógenos, en especial los que contienen psilocibina, han tejido una historia fascinante con la humanidad. Desde las culturas precolombinas, donde eran considerados un vínculo con lo divino, hasta nuestros días, en que se exploran sus propiedades terapéuticas, han trascendido fronteras culturales y científicas.

Contexto cultural y ritual. Los hongos han sido usados durante siglos por comunidades indígenas, mientras que la versión sintética está diseñada para entornos médicos y científicos.

Hoy, la psilocibina se encuentra en el centro de un intenso debate. Por un lado, estudios clínicos prometedores sugieren que podría ser una herramienta valiosa en el tratamiento de la depresión, la ansiedad y el trastorno del estrés postraumático. Su capacidad para generar experiencias místicas y profundas conexiones con uno mismo ha atraído a quienes buscan alternativas a los tratamientos convencionales.

Aplicaciones terapéuticas prometedoras. La psilocibina ha demostrado eficacia en depresión resistente, ansiedad en enfermedades terminales y, potencialmente, estrés postraumático y adicciones.

Sin embargo, su uso indiscriminado plantea serias preocupaciones. La falta de regulación, la posibilidad de pesadillas y el empeoramiento de trastornos preexistentes son algunos de los riesgos asociados. Además, la investigación científica aún es incipiente y se necesitan más estudios para comprender completamente sus efectos a largo plazo.

¿CÓMO SE PUEDE APROVECHAR SU POTENCIAL SIN PONER EN RIESGO LA SALUD?

La respuesta requiere un enfoque multidisciplinario que combine la investigación científica, la regulación adecuada y la educación de la población. El interés terapéutico en la psilocibina se centra en su potencial para tratar la depresión, la ansiedad y el estrés postraumático, especialmente en casos resistentes a los tratamientos convencionales. En estudios clínicos se ha demostrado una eficacia notable, con mejoras significativas en los síntomas y una baja incidencia de efectos adversos. Además, su capacidad para inducir introspección y experiencias transformadoras la convierte en una herramienta valiosa en contextos psicoterapéuticos.

En el ámbito recreativo, la psilocibina ha ganado popularidad por su capacidad para promover estados alterados de conciencia, introspección, creatividad y una sensación de conexión con el entorno. Sin embargo, su uso en ambientes no controlados puede conllevar riesgos, como episodios de ansiedad, pánico o comportamientos peligrosos. Estos efectos adversos suelen estar relacionados con el contexto en el que se consume —conocido como set & setting— es decir, usarla en lugares inapropiados o sin supervisión incrementa significativamente estos riesgos.

La psilocibina, tanto en el ámbito terapéutico como recreativo, representa un campo fascinante y lleno de desafíos. Su capacidad para promover la plasticidad neuronal y generar experiencias transformadoras abre nuevas posibilidades en el tratamiento de trastornos mentales. Pero, como en todo avance científico, el equilibrio entre potencial y precaución será clave para su aceptación y aplicación generalizada.

¿QUÉ SE SABE CON CERTEZA?

La psilocibina es un agonista no selectivo de los receptores serotoninérgicos, con especial afinidad por el receptor 5-HT2A, que desempeña un papel crucial en los efectos psicodélicos y antidepresivos. Un agonista es una sustancia capaz de unirse a un receptor celular y provocar una acción determinada en la célula generalmente similar a la producida por una sustancia fisiológica. Al activarse este receptor, se generan cambios significativos en la conectividad funcional del cerebro, especialmente en el córtex y el subcórtex. Estas regiones están involucradas en la percepción del tiempo, el espacio y el sentido del yo, y su desincronización produce una disminución de la segregación entre redes funcionales cerebrales. Este fenómeno se asocia con experiencias místicas y la sensación de trascendencia del yo con el entorno.

Además, modula indirectamente los sistemas dopaminérgico y glutamatérgico, promoviendo mayor flexibilidad neuronal y reorganización de las redes cerebrales disfuncionales. Este efecto, conocido como plasticidad neuronal, está vinculado a la formación de nuevas conexiones sinápticas, lo que podría explicar su capacidad para ´resetear´ circuitos cerebrales alterados en condiciones como la depresión y la ansiedad.

Por otro lado, la activación del receptor 5-HT2A también desencadena cambios en la expresión génica, lo que contribuye a una modulación más duradera del estado de ánimo y la cognición. Estos mecanismos, aunque complejos, son los responsables del alivio rápido y sostenido de los síntomas depresivos, y abren nuevas posibilidades para el tratamiento de trastornos mentales refractarios.

En resumen, la psilocibina actúa como un agonista no selectivo de los receptores serotoninérgicos, especialmente del receptor 5-HT2A, cuya activación produce una serie de cambios neurobiológicos fundamentales. Este mecanismo genera una mayor conectividad funcional y flexibilidad en redes cerebrales, particularmente en áreas como la amígdala que es una región clave implicada en trastornos depresivos.

Diferencias clave entre sintética y natural. La psilocibina sintética es pura y controlable, ideal para tratamientos clínicos, mientras que los hongos naturales tienen compuestos adicionales que pueden influir en la experiencia, pero dificultan su control.

Además, estudios de neuroimagen han demostrado que el tratamiento con psilocibina reduce patrones cerebrales rígidos asociados con el trastorno depresivo mayor, facilitando una reorganización funcional que se traduce en mejoras clínicas. Este efecto está vinculado también a la plasticidad neuronal, es decir, la formación de nuevas conexiones sinápticas que ´resetean´ circuitos cerebrales disfuncionales. Sus efectos terapéuticos pueden observarse incluso con una sola dosis, lo que la posiciona como una alternativa única frente a los tratamientos tradicionales que requieren administración crónica. Sin embargo, estos mecanismos deben explorarse más a fondo para personalizar su aplicación en función de las características de cada paciente.

UN POCO DE EVIDENCIA CIENTÍFICA RECIENTE ANTES DE EMPEZAR CON LAS “RECETAS MÁGICAS”

Un análisis sistemático reciente evaluó la efectividad y seguridad de la psilocibina en pacientes con trastorno depresivo mayor (TDM). Este estudio incluyó cinco ensayos clínicos aleatorizados (RCTs) con un total de 472 participantes, y mostró resultados prometedores en la mejora de los síntomas depresivos en el 60 % de los ensayos.

Además, se reportó una reducción significativa de la ansiedad en el 80 % de los estudios analizados. Entre los hallazgos más destacados, se observó que la psilocibina, en comparación con tratamientos convencionales como el escitalopram, exhibió una respuesta más rápida y duradera. Sin embargo, los efectos sobre la ideación suicida fueron menos concluyentes, siendo efectiva en un único ensayo. Estos resultados subrayan la necesidad de más investigaciones a largo plazo para evaluar su seguridad y tolerabilidad en poblaciones amplias. Los efectos adversos más comunes, como cefaleas transitorias, fueron generalmente leves y asociados al período de administración aguda. Esto refuerza su perfil de seguridad cuando se utiliza bajo condiciones controladas y con apoyo psicológico.

FORMAS DE PRESENTACIÓN: FARMACÉUTICAS Y CASERAS

En contextos clínicos, la psilocibina se administra generalmente en forma de cápsulas o comprimidos con dosis estandarizadas, lo que permite un control preciso de la cantidad ingerida. Estas presentaciones aseguran un perfil de seguridad adecuado, ya que la dosis puede ajustarse según las necesidades del paciente y se administra bajo estricta supervisión médica.

En contraste, el uso recreativo y ceremonial suele involucrar hongos frescos o secos, que contienen cantidades variables de psilocibina. Esta variabilidad dificulta el control de la dosis y aumenta el riesgo de efectos adversos. Algunas personas optan por preparar infusiones o mezclas con alimentos para enmascarar su sabor, mientras que otras recurren a la microdosificación, una práctica que consiste en consumir pequeñas cantidades regularmente para obtener beneficios cognitivos o emocionales sin inducir un estado psicodélico completo.

Es fundamental destacar que, aunque las formas caseras son más accesibles, también conllevan mayores riesgos debido a la falta de regulación y la posible presencia de hongos tóxicos si no se identifica correctamente la especie.

UNA REFLEXIÓN FINAL

La psilocibina no es solo una sustancia; es una herramienta con potencial de transformar vidas si se la utiliza con responsabilidad y evidencia científica. Sin embargo, su historia de prejuicios y abusos recreativos nos recuerda que cada avance médico conlleva un desafío ético y social.

Como profesionales, pacientes o simplemente ciudadanos, podemos contribuir a que esta conversación esté basada en hechos, no en prejuicios. Por todo esto es fundamental informarse, compartir conocimiento y, desde el ámbito médico, considerar cómo estos avances pueden integrarse éticamente en los tratamientos del futuro.

Fuentes

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Marina Moreira es médica anestesióloga por la Universidad de Buenos Aires; especialista en Tratamiento del Dolor y Cuidados Paliativos; máster en Tratamiento del Dolor por la Universidad de Salamanca; exjefa del Servicio de Anestesiología del CEMIC; secretaria de Actas y Comunicaciones de la Asociación de Anestesia, Analgesia y Reanimación de Buenos Aires (AAARBA). Periodista médica de la Sociedad Argentina de Periodismo Médico (SAPEM, Asociación Médica Argentina (AMA).

HONGOS ALUCINÓGENOS: LA PSILOCIBINA EN EL OJO DEL HURACÁN

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¿Qué riesgo está más directamente asociado al uso de psilocibina en contextos no controlados?

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Según estudios recientes, ¿en qué porcentaje de los ensayos clínicos analizados se reportó una reducción significativa de la ansiedad con psilocibina?

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¿Qué fenómeno neurobiológico se asocia con la capacidad de la psilocibina para “resetear” circuitos cerebrales disfuncionales?

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¿Cuál es el principal receptor serotoninérgico involucrado en los efectos psicodélicos y antidepresivos de la psilocibina?

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