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La hipertensión arterial es una amenaza silenciosa que se puede prevenir, detectar y controlar concientizando sobre la importancia de realizar cambios en los hábitos alimentarios y de vida, y midiendo la presión arterial durante la niñez y la adolescencia.

¿Por qué es importante conocer la presión arterial en niños y adolescentes?

La hipertensión arterial es el principal factor de riesgo para el desarrollo de enfermedades cardiovasculares, renales y cerebrovasculares, y una importante causa de mortalidad y morbilidad a nivel mundial. Sin embargo, su conocimiento y control por parte de la población es escaso. El estudio RENATA-2 (REgistro NAcional de hiperTensión Arterial), realizado en 6000 argentinos durante 2015-2016, mostró que el 36,3% tenía valores elevados de presión arterial. De ellos, el 38,8% desconocía su patología y apenas 1 de cada 4 (24%) tenía su presión controlada. Pero la situación no mejoró, ya que si comparamos estos resultados con el estudio RENATA-1, realizado 7 años antes, la prevalencia de hipertensión aumentó un 8,5% y el porcentaje de pacientes que desconoce que padece esta patología se incrementó un 4,3%.

Durante mucho tiempo esta enfermedad estuvo caratulada como exclusiva de la vida adulta, sin embargo actualmente la hipertensión arterial en pediatría es mundialmente conocida como un factor de riesgo temprano para el desarrollo de enfermedad cardiovascular en el adulto. Además, existe suficiente evidencia que nos permite decir que la hipertensión en el adulto tiene su origen en etapas tempranas del desarrollo. El notable incremento en los últimos años del sobrepeso y la obesidad, sumado a otros factores de riesgo, se vio reflejado en un aumento en la prevalencia de hipertensión en niños y adolescentes. Estos datos marcan la gran importancia del diagnóstico temprano de la patología para actuar tempranamente y evitar futuras complicaciones.

¿Qué se sabe sobre la prevalencia de hipertensión en niños y adolescentes?

La mayoría de los estudios a nivel mundial muestran que la incidencia de hipertensión en niños y adolescente es del 1 al 5%, pero algunas poblaciones mostraron una prevalencia de hasta el 10%. Estas diferencias pueden deberse no solo a diferencias regionales, sino a diferencias en la definición de hipertensión, y a los distintos métodos utilizados para el registro de presión arterial. En la Argentina, los resultados se asemejan mucho a lo que ocurre a nivel mundial. Sin embargo, en niños y adolescentes con alto índice de obesidad y sobrepeso se halló que la incidencia de hipertensión podía alcanzar el 13.5%. Un dato interesante de estos estudios es que más de la mitad de los niños y adolescentes nunca se habían tomado la presión previamente (58-70%).

¿Cómo se realiza el diagnóstico de hipertensión en niños y adolescentes?

En la evaluación del paciente pediátrico es importante realizar una adecuada anamnesis y examen físico en donde se debe medir la presión arterial. Actualmente, se recomienda realizar su medición a partir de los 3 años de edad e, incluso, se la debe medir en menores de esa edad si se sospecha de causas secundarias.

Para realizar el diagnóstico de hipertensión en pediatría deben registrarse valores de presión arterial ≥ al percentilo 95 para edad, sexo y talla en 3 oportunidades y/o valores ≥ 140/90 mmHg en adolescentes mayores de 16 años. El método recomendado es el auscultatorio. Cuando se sospecha de hipertensión de guardapolvo blanco (es decir, presión arterial persistentemente elevada en el consultorio pero con valores normales fuera de él) o hipertensión oculta (cuando se registran valores normales en el consultorio y valores diurnos elevados fuera de él) se deben realizar mediciones de presión arterial ambulatorias (MAPA o MDPA) para su diagnóstico.

¿Cuáles pueden ser las causas de hipertensión arterial en niños y adolescentes?

Al igual que en los adultos, la hipertensión arterial en niños y adolescentes puede clasificarse en primaria o secundaria. La primaria o esencial carece de una única causa, ya que puede deberse a una combinación de alteraciones genéticas y múltiples factores de riesgo ambientales, de estilo de vida y fetales. La influencia genética claramente existe, ya que se ha demostrado que el desarrollo de hipertensión es más frecuente en pacientes con antecedentes familiares de esta enfermedad. En este sentido, se han identificado variantes en diversos genes involucrados en los sistemas de regulación de la presión arterial, como el sistema renina-angiotensina y el óxido nítrico. La hipertensión arterial esencial rara vez se observa en bebés y niños pequeños, pero su prevalencia aumenta significativamente en niños mayores de 6 años y adolescentes, cuyos padres o abuelos presentan hipertensión y tienen sobrepeso u obesidad.

Por otra parte, la hipertensión puede tener un origen secundario a enfermedades endocrinológicas, renales y renovasculares y al uso de medicamentos. La probabilidad de identificar una causa secundaria de hipertensión está inversamente relacionada con la edad del niño y directamente relacionada con el grado de elevación de la presión arterial. Las causas secundarias más frecuentes de hipertensión son la estenosis (estrechamiento) de las arterias renales, la malformación del tracto urinario, la coartación de la aorta (enfermedad congénita caracterizada por el estrechamiento de la aorta) y la displasia broncopulmonar (enfermedad pulmonar crónica del recién nacido).

¿Qué factores se asocian con el desarrollo de hipertensión arterial en los niños y adolescentes?

La hipertensión arterial es en gran medida una enfermedad prevenible, ya que su desarrollo se asocia a numerosos factores de riesgo modificables, como el sedentarismo, el sobrepeso y la obesidad central o abdominal, las dislipemias, el consumo de dietas altas en sodio y el tabaquismo.

Fundamentalmente, la obesidad y el sedentarismo se han expandido como una epidemia entre niños y adolescentes, y se han visto favorecidos por la permanencia de largas horas frente a la computadora o televisión. El incremento del peso y de la masa de tejido adiposo en el interior o la periferia de vísceras y órganos (hígado, páncreas, músculo esquelético, corazón, vasos sanguíneos) se asocia con el desarrollo de resistencia a la insulina, dislipidemia, procesos inflamatorios y enfermedad cardiovascular.

Por otra parte, la adolescencia marca el comienzo del inicio del consumo de tabaco para la gran mayoría de fumadores de todo el mundo. De acuerdo con la OMS, más de 150 millones de adolescentes consumen tabaco a nivel mundial y unos 700 millones de niños, es decir, casi la mitad de los niños del mundo, respiran aire contaminado por humo de tabaco. En nuestro país, la 4° Encuesta Nacional de Factores de Riesgo del Ministerio de Salud y Desarrollo Social no muestra descensos en el consumo de tabaco desde 2013. Además de las complicaciones del monóxido de carbono presente en el humo del cigarrillo, la nicotina produce un aumento de la frecuencia cardíaca y de la presión arterial, disminuye el flujo de sangre en el corazón y el estado anticoagulante, y modifica el metabolismo de los lípidos y la función endotelial.

El alto contenido de sal (cloruro de sodio) agregado a los alimentos constituye otro importante factor de riesgo. En un reciente metanálisis de estudios que involucran chicos y adolescentes con elevada presión arterial se demostró una fuerte asociación entre la ingesta de sodio y la presión arterial, probablemente por el compromiso de la función renal que implica el manejo de altas cargas de sodio.

Todos estos factores, modificables mediante intervenciones en el estilo de vida, son claves para lograr disminuir el desarrollo y/o la evolución de la hipertensión arterial en la población general.

¿Qué factores marcan la asociación entre una injuria prenatal y el desarrollo de hipertensión arterial en los niños y adolescentes?

Diversos estudios en humanos y en animales durante el desarrollo fetal y posnatal, demuestran que el crecimiento intrauterino restringido, una edad gestacional menor a 37 semanas, el bajo peso al nacer y el aumento de peso acelerado en la infancia constituyen factores de riesgo para el desarrollo de hipertensión arterial. Factores nutricionales como las dietas con bajo aporte de proteínas, la deficiencia de vitaminas y minerales, la alta ingesta de sal y/o grasas; factores ambientales como la exposición a temperaturas extremas, la hipoxia/hiperoxia neonatal, el tabaquismo y el estrés; así como los estados de hipertensión durante el embarazo y la diabetes gestacional, pueden estar involucrados en la programación de enfermedades endócrinas, metabólicas, cardiovasculares y renales en la vida adulta.

En relación a esto, en nuestro laboratorio estudiamos los efectos de la deficiencia moderada de zinc durante la preñez y la lactancia en ratas. Las crías machos y hembras nacidas de madres alimentadas con dieta baja en zinc presentaron menores pesos corporales a los 6 y 21 días de edad, que corresponden a edades de la niñez y pubertad en los humanos, respectivamente. Los machos que continuaron con restricción de zinc, o tuvieron una dieta con contenido adecuado durante la vida posnatal, mostraron valores aumentados de la presión arterial sistólica en la adultez alcanzando valores mayores a 140 mm Hg. Más aún, la deficiencia de este micronutriente durante la vida fetal y la lactancia indujo alteraciones en el desarrollo renal dado que las crías mostraron menor número de glomérulos y un remodelado de sus arterias renales a los 6 y 21 días de vida. Estas alteraciones fueron más evidentes en los machos que en las hembras y se acompañaron de la disminución del sistema del óxido nítrico y aumento del estrés oxidativo y del eje presor del sistema renina-angiotensina en etapas tempranas de la vida. Las diferencias de sexo estarían relacionadas con diferencias en los patrones genéticos, transcripcionales y morfológicos del desarrollo, así como a la influencia de las hormonas sexuales durante la vida intrauterina y luego de la pubertad.

Estas evidencias resaltan la importancia del control de la presión arterial y de los hábitos alimentarios y de estilo de vida durante el embarazo y en edades tempranas de la vida para reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares en los adultos.

Referencias bibliográficas
Delucchi AM y col. Registro Nacional de Hipertensión Arterial. Características epidemiológicas de la hipertensión arterial en Argentina. Estudio RENATA 2. Rev Argent Cardiol. 2017 Vol.46 – Número 2, abril.
Joseph T y col. Clinical Practice Guideline for Screening and Management of High Blood Pressure in Children and Adolescents. PEDIATRICS. Volume 140, number 3, September 2017:e20171904.
Tomat AL y col. Mild zinc deficiency in male and female rats: early postnatal alterations in renal nitric oxide system and morphology. Nutrition. 2013 Mar;29(3):568-73.

Profesora titular Cristina Arranz, jefa de trabajos prácticos doctora Carolina Caniffi, ayudante de primera doctora Mariana Romero, profesora adjunta doctora Analia Tomat y profesora adjunta doctora Rosana Elesgaray

Laboratorio de Investigación Cardiovascular, Renal e Hipertensión Arterial. Cátedra de Fisiología -Facultad de Farmacia y Bioquímica-UBA; IQUIMEFA-UBA-CONICET.

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