El ´Grito de Córdoba´ de 1918, considerado el momento de cristalización de la Reforma Universitaria, no surgió por generación espontánea. Tampoco se limitó a un hecho estrictamente académico. Se trató de un fenómeno complejo, basado en numerosas circunstancias históricas, sociales, económicas, políticas e ideológicas, que sobrepujó los aspectos puramente universitarios y, que incluso, continúa interpelándonos hasta el día de hoy. A cien años, la Facultad de Farmacia y Bioquímica se suma a la conmemoración de este trascendental proceso reformista, con una serie de notas destinadas a rescatar brevemente las distintas facetas del acontecimiento que, con justeza, ha sido descripto como la contribución más original de América Latina al diseño de un esquema universitario propio, que logró sacudirse de sus espaldas el pasado colonial y europeizante para constituirse en una universidad moderna y libre.
En 1918, estaba llegando a su fin la primera guerra mundial, la cual movilizó a más de 60 millones de soldados y produjo 10 millones de muertes, sin contar los enormes daños materiales y económicos que acarreó.
Un año antes había ocurrido la Revolución rusa que “fue la primera expresión del marxismo en la acción política y que en ese momento enfrentaba a la dictadura feroz, digamos medieval, del zarismo”, como explica el doctor Horacio Sanguinetti. A lo que agrega que “vista de lejos, además, parecía significar un gran avance. La revolución rusa conmovió mucho a los jóvenes argentinos, a los jóvenes de todo el mundo. Después ya sabemos qué pasó con esa revolución pero (en aquel momento) hacía concebir grandes progresos para la humanidad”.
Mientras tanto, en el continente americano, desde 1910 venía desarrollándose la Revolución mexicana, un complejo movimiento político, económico social y cultural sustentado en una fuerte insurrección de masas. Esta Revolución brindaba el escenario para que los jóvenes pugnaran por derrocar al porfiriato, una dictadura que llevaba en el poder tres decenios; que los obreros, empobrecidos y sojuzgados, reclamaran leyes que los protejan; que los campesinos exigieran acceso efectivo a las tierras mediante una profunda reforma agraria, entre otras muchas reivindicaciones. Pero, esta revolución, por sobre todas las cosas, constituyó una fragua de ideas que vigorizaron la naciente ´conciencia nacional´, la instauración de un fuerte sentimiento antiimperialista orientado hacia las intervenciones de los Estados Unidos y una decidida demanda de las mayorías de participación en la toma de decisiones.
El líder estudiantil peruano Víctor Haya de la Torre, que debió exiliarse en México y vivió allí en tiempos de la Revolución mexicana, destacó que “aparece y queda en la historia de las luchas sociales como el primer esfuerzo victorioso de un pueblo indoamericano contra la doble opresión feudal e imperialista”. El influjo de este movimiento sobre los pensadores, intelectuales y miembros de las elites ilustradas de varios países de América ha sido notable, tanto así que el comienzo del Manifiesto Liminar de la Reforma Universitaria de Córdoba reza: “La juventud argentina de Córdoba a los hombres libres de Sudamérica. Hombres de una República libre, acabamos de romper la última cadena que, en pleno siglo XX, nos ataba a la antigua dominación monárquica y monástica…”.
La Revolución mexicana, en definitiva, se cuenta entre los marcos de referencia más determinantes para el desarrollo de ideas sobre los cambios que se avecinaban y que se gestaron en las universidades de varios países latinoamericanos, orientados no solo a modificar las anacrónicas estructuras preexistentes en los estudios superiores, sino también a promover cambios de real envergadura en el horizonte sociopolítico. No deberá pensarse, sin embargo, que fue esta la única influencia en el campo ideológico de los reformistas, como se verá en otra nota de este seriado conmemorativo de los cien años de la Reforma Universitaria.
Ya en el ámbito local, y como reseñan Javier Hermo y Cecilia Pitelli: “Luego de fallidos intentos revolucionarios (en 1890 y en 1905) contra la República Conservadora de la generación del ’80, los sectores medios, representados políticamente por la Unión Cívica Radical, lograron romper con el esquema oligárquico de gobierno que se había sucedido hasta el primer decenio del siglo XX en la Argentina, consagrando el sufragio universal, obligatorio y secreto y llevando como presidente a Hipólito Yrigoyen en 1916, como resultado de las primeras elecciones libres y sin fraude de la historia argentina”.
LA JUVENTUD COMO AGENTE MOVILIZADOR DE LAS MASAS
A fines del siglo XIX, el modernismo exaltaba la figura del joven en contraposición a la cultura burguesa. La juventud aparecía, entonces, como agente movilizador por excelencia de las masas. Esa mística juvenil iba a impregnar de modo inexorable las primeras generaciones reformistas de América.
Por otra parte, en los inicios del siglo XX, las universidades dejaron de ser un espacio exclusivo de las tradicionales elites políticas y económicas para dar cabida, crecientemente, a jóvenes provenientes de las clases medias acomodadas que, en su mayoría, eran hijos de inmigrantes. Así, en la Argentina, entre 1900 y 1918 el número de estudiantes en las universidades de Córdoba, Buenos Aires y La Plata había trepado de 3.000 a 14.000. Estas nuevas huestes pasaron a integrar masivamente el movimiento que pronto modificaría de manera sustancial la educación superior en el país.
Como describía, ya en 1928, el historiador peruano José Carlos Mariátegui: “Este movimiento se presenta íntimamente conectado con la recia marejada posbélica. Las esperanzas mesiánicas, los sentimientos revolucionarios, las pasiones místicas propias de la posguerra, repercutían particularmente en la juventud universitaria de Latinoamérica. El concepto difuso y urgente de que el mundo entraba en un ciclo nuevo, despertaba en los jóvenes la ambición de cumplir una función heroica y de realizar una obra histórica. Y, como es natural, en la constatación de todos los vicios y fallas del régimen económico social vigente y el anhelo de renovación, encontraban poderosos estímulos. La crisis mundial invitaba a los pueblos latinoamericanos, con insólito apremio, a revisar y resolver sus problemas de organización y crecimiento”.
Al decir también de Mariátegui, la agitación universitaria en la Argentina, Uruguay, Chile, Perú y otros países latinoamericanos, tenía el mismo origen y el mismo impulso. La chispa de la agitación –relataba el historiador peruano– es casi siempre un incidente secundario; pero por la fuerza que la propaga y la dirige viene de ese estado de ánimo, de esa corriente de ideas que se designa –no sin riesgo de equívoco– con el nombre de “nuevo espíritu”. Por esto, el anhelo de la Reforma se presenta, con idénticos caracteres, en todas las universidades latinoamericanas. Los estudiantes de toda la América Latina, aunque movidos a la lucha por protestas peculiares de su propia vida, parecen hablar el mismo lenguaje.
Cabe notar, además, como ha señalado el historiador argentino Pablo Buchbinder que “en la Argentina venía registrándose un proceso de renovación política, consecuencia de un proceso a la vez de democratización que culmina con la sanción de la Ley Saénz Peña en 1912. Y que, en ese marco, la constitución de organismos de gobierno de carácter vitalicio era percibido en amplios sectores de la sociedad, como una institución realmente anacrónica”. La Universidad, en consecuencia, no iba a resultar indemne a este proceso, solo era cuestión de tiempo.
Para concluir, si bien es cierto que en la Universidad de Buenos Aires y en la Universidad de la Plata se registraba una efervescencia, incluso previa a la de Córdoba –tema que abordaremos en otra nota de este seriado— no puede resultar casual que el movimiento reformista haya “explotado” en la provincia mediterránea, que como se ha dicho, tenía la universidad más antigua fundada por la Compañía de Jesús en 1613 y, quizá por eso, más tradicional, escolástica, amparada en la ortodoxia católica, con estructuras anquilosadas y una organización rutinaria, mediocre y desactualizada de la enseñanza.
Fuentes consultadas
Biagini, Hugo E. La Reforma Universitaria. Antecedentes y consecuentes. Leviatán, Buenos Aires s/f. http://www.cecies.org/imagenes/edicion_127.pdf
Buchbinder, Pablo (entrevista). En: http://www.uba.ar/reforma/download/PabloBuchbinder.pdf
Guerra Vilaboy, Sergio. “Impacto de la Revolución Mexicana en América Latina y Cuba”. Ariadna Tucma. Revista Latinoamericana. http://www.ariadnatucma.com.ar/?p=4767
Hermo, Javier P. y Pitelli, Cecilia. “La Reforma Universitaria de Córdoba (Argentina) de 1918. Su influencia en el origen de un renovado pensamiento emancipatorio en América Latina”. Hist. educ., 29, 2010, pp. 135-156 http://www.reformadel18.unc.edu.ar/privates/Pittelli%20Hermo%20Revista%2…
Mariátegui, José Carlos “La Reforma Universitaria”. Biblioteca CLACSO. http://biblioteca.clacso.edu.ar/ar/libros/grupos/reforAboit/22mariate.pdf
Sanguinetti. Horacio (entrevista). En: http://www.uba.ar/reforma/download/HoracioSanguinetti.pdf