En un mundo dominado por la era digital, donde las pantallas son parte de nuestra vida cotidiana, parece estar cambiando nuestra forma de leer. Surge entonces la pregunta: ¿recordamos y comprendemos de la misma forma lo que leemos en un libro impreso que en una pantalla? Estudios de diversas universidades y centros de investigación en el mundo abordaron este debate, mostrando cómo el formato puede influir en nuestra capacidad de comprensión y manejo de la información.
El avance de la tecnología ha modificado con el tiempo nuestra manera de leer y, con la amplia gama de medios digitales, pareciera que actualmente es el principal modo de consumo en cuanto a lectura se refiere; sin embargo, hay un gran sector de la población que prefiere leer en un material físico. Según datos de la última encuesta del Sistema de Información Cultural de la Argentina (SInCA) realizada en 2022, un 48 % de la población, es decir cerca de la mitad de los argentinos leía libros en papel, y era el formato más elegido en todas las edades, niveles socioeconómicos y géneros; mientras que un 20 % prefería el formato digital y, en estos casos, el teléfono celular se posiciona como el dispositivo más utilizado, especialmente entre los adolescentes.
El 48 % de la población argentina lee libros en papel mientras que un 20% prefiere el formato digital.
A lo largo de la historia los soportes de la escritura cambiaron tanto la forma de leer como el acceso a ellos; los primeros que se usaron, llamados extraordinarios, fueron las pinturas rupestres, luego la arcilla y la piedra. Después aparecieron los ordinarios como los papiros que fueron evolucionando hasta llegar al papel. Con la invención de la imprenta en 1440 su distribución se extendió por todo el mundo hasta el día de hoy. En 1971 apareció el primer libro electrónico y, en la década de 1990, la internet tomó relevancia y de a poco fue ingresando en los hogares para permitir la lectura digital.
A lo largo de la historia los soportes de la escritura cambiaron tanto la forma de leer como el acceso a ellos.
El objetivo de esta nota es presentar algunos de los resultados que diversos grupos de investigación están obteniendo y que actualmente son objeto de debates y reflexiones.
Algunos resultados de estudios en diferentes culturas
Un grupo de investigadores liderado por Si-An Lee, de la Escuela de Posgrado del Departamento de Terapia ocupacional y la Facultad de Medicina de la Universidad Soonchunhyang, República de Corea, exploró la eficiencia cerebral1 para el aprendizaje en papel y en tabletas digitales midiendo la actividad en la corteza prefrontal (CPF) mediante espectroscopía funcional de infrarrojo cercano, para lo cual asignaron 32 personas aleatoriamente divididas en ambos grupos, quienes memorizaron una novela de 3 minutos durante la fase de codificación, seguida de una prueba en la que respondieron 4 preguntas de opción múltiple sobre el contenido. Para compararlos midieron el desempeño conductual en la prueba o fase de recuperación de la información y la actividad que registraba la CPF. Quienes leyeron en papel utilizaron menos energía prefrontal durante la fase de codificación para lograr el mismo nivel de desempeño que el grupo que leyó en digital, esto sugiere que el uso de papel conduciría a una mayor eficiencia cerebral, esto es menor ´costo´ para la tarea. Mientras que, en el grupo que leyó en dispositivos digitales la CPF estaba más activada, lo que mostraría una mayor carga de trabajo mental, ya que tuvieron que desplazarse en la pantalla, lo que podría hacer que recordar les resulte un poco más dificultoso.
Por el contrario, una revisión de expertos del Instituto de Investigación Educativa y del Departamento de Psicología de la Universidad Liubliana, Eslovenia, dirigidos por Igor Peras, demostró que la evidencia disponible no respalda la superioridad de un modo de leer sobre el otro, la relación entre ellos y el rendimiento en la lectura está influenciada por factores a nivel personal, familiar y escolar. Compararlas tiene limitaciones debido a la complejidad de las preferencias individuales, la evolución de las tecnologías y los diversos factores que influyen en las experiencias de lectura. El rápido avance tecnológico hace que una comparación realizada en un momento determinado pueda quedar obsoleta con relativa celeridad.
Los procesos cognitivos que subyacen
Por su parte, la revisión sistemática realizada por Michal Zivan y expertos del Grupo de Neuroimágenes en Educación de las facultades de Educación en Ciencia y Tecnología y de Ingeniería Biomédica de Haifa, Israel, encontró que quienes leían en papel entendían mejor los textos con un impacto positivo en tareas de comprensión profunda en comparación con los formatos digitales. Este fenómeno se conoce como inferioridad digital2 y se explica por varios factores: las pantallas tienden a fomentar un estilo de lectura más superficial, promovido por la multitarea y la distracción inherente al entorno digital. Además, el brillo y la retroiluminación de los dispositivos pueden contribuir a la fatiga visual, afectando la retención.
Como plantean Zivan y colaboradores, la neurociencia explica que el cerebro procesa de forma distinta la información presentada en papel y en pantalla. En el primer caso, se activan áreas relacionadas con la memoria espacial, lo que ayuda a retener detalles claves. En cambio, la lectura en pantalla tiende a priorizar la velocidad sobre la profundidad, lo que puede dificultar la comprensión de la información.
También se demostró —según explican los investigadores israelíes—que la exposición de los niños a pantallas reduce la capacidad de atención y aumenta las dificultades de aprendizaje y los problemas de conducta. Cuando se presenta un texto digital a los niños, exhiben patrones de actividad cerebral que indican más “soñar despiertos” y menos atención enfocada, pero, cuando los mismos niños leen el texto en formato físico, presentan un patrón de actividad cerebral más concentrado. Los resultados de los electroencefalogramas brindan apoyo neurobiológico para las mayores demandas de atención involucradas en la lectura de pantalla versus la lectura en papel; las ondas cerebrales son más altas para la lectura en pantalla en los electrodos asociados al área de Wernicke que es el área del cerebro relacionada con la comprensión, esto se asoció con un tiempo de ejecución más prolongado y una menor tasa de precisión al realizar la tarea de atención.
De acuerdo con la revisión de Zivan y equipo, estos resultados apuntan, entonces, a las ventajas de leer en papel en términos de comprensión, velocidad y menor fatiga que cuando se lee en pantallas. Como enfatizan los autores: “Estudiar los procesos cognitivos que subyacen a la comprensión lectora en pantallas frente a la lectura en papel se ha vuelto esencial”. Tanto estos autores, como otros revisados, advierten que se necesitan estudios adicionales que examinen el efecto de la lectura de textos de diferentes longitudes y géneros para comprender mejor el efecto de la lectura sobre la carga cognitiva y la comprensión.
Punto de vista de los lectores expertos
En una encuesta con lectores expertos llevada a cabo por Kari Spjeldnæs y Faltin Karlsen, profesores del Departamento de Comunicación del Colegio Universitario Kristiania, Noruega, se les preguntó:“¿Cómo influye la tecnología en los hábitos de lectura?” y “¿Cómo gestionan los lectores las distracciones digitales?”. Los encuestados elogiaron la versatilidad y el peso de un lector electrónico ya que puede contener una biblioteca entera y tan solo pesar 50 g por lo cual es fácilmente transportable; el teléfono celular por ejemplo se ha convertido en un socio íntimo en la vida cotidiana que brinda acceso a la literatura al instante. Otras ventajas mencionadas fueron tener acceso gratuito y la posibilidad de ajustar la luz y leer en la oscuridad sin molestar a los demás.
Estar a favor de los libros digitales para la lectura diaria no excluye el amor por el papel y la lectura analógica. Los lectores expresan un doble vínculo hacia sus libros de papel, de un lado, el amor por las estanterías y la necesidad de algo tangible para conectarse con sus experiencias literarias; pero, de otro, almacenar libros les resulta engorroso y requiere espacio. Por otra parte, la naturaleza de lo digital hace que la lectura sea interrumpida y como resultado la gente lea menos, las redes sociales en el teléfono se describieron por unanimidad como la principal fuente de perturbaciones.
Estar a favor de los libros digitales para la lectura diaria no excluye el amor por el papel y la lectura analógica.
Los lectores señalaron que optimizan y adaptan su lectura según la situación. Respecto al manejo de las distracciones, señalaron que navegan conscientemente para hacer espacio a sus prioridades y continuar leyendo, y que regulan el uso de las redes sociales, así por ejemplo, dejan el teléfono en otra habitación, activan el modo silencioso o borran algunas aplicaciones para proteger el tiempo destinado a la lectura.
Conclusiones
A partir de la bibliografía revisada3 pareciera que el papel favorece una interacción sensitiva desde lo táctil, visual y olfativo, lo que mejoraría la codificación de la información en la memoria. Entonces, leer en este soporte sería más apropiado cuando se trata de recordar ideas complejas, en lecturas largas y en tareas que requieren análisis crítico y profundo, como la literatura o los textos académicos; la interacción con el texto facilita la construcción de mapas mentales más sólidos.
En contraste, las pantallas suelen promover una lectura más superficial debido a la tendencia del cerebro a “escaneos rápidos” en entornos digitales; además, la cantidad de información incluida en los hipervínculos pueden desviar la atención. Sin embargo tienen sus ventajas, son más efectivas para lecturas rápidas o tareas que requieren acceso inmediato a información específica, también brindan herramientas de búsqueda y personalización que enriquecen el aprendizaje. La experiencia mejora cuando se utilizan lectores electrónicos ya que minimizan el brillo y simulan leer en papel; así se reducen las distracciones y se puede alcanzar niveles de comprensión comparables a los del papel.
Se trata de un campo de estudio novedoso con lo que se deberá estar atento a la evolución que experimenten los análisis e investigaciones vinculados a los entornos digitales.
Estudios recientes indican que los lectores digitales muestran también tendencia a una menor regulación metacognitiva, proceso que permite monitorear y controlar la comprensión, evaluar las estrategias empleadas para lograr mejores resultados y gestionar eficazmente sus recursos cognitivos, entre otras funciones.“La evidencia emergente sobre la lectura de textos digitales dinámicos reafirma la importancia de las limitaciones visuales y atencionales en comparación con la lectura de textos estáticos, pero también destaca el papel crucial que desempeñan los factores contextuales al guiar el uso de estrategias de lectura en entornos digitales”, explican Sixin Liao y su equipo de investigadores australianos y sudafricanos en una reciente revisión. Y agregan: “Si bien los lectores pueden desarrollar estrategias de lectura adaptativas en respuesta a diferentes condiciones, la eficacia de estas estrategias depende de diversos factores cognitivos, metacognitivos y motivacionales”.
La información presentada constituye apenas un panorama breve. Se trata de un campo de estudio novedoso; habrá que estar atentos a la evolución que experimenten los análisis e investigaciones vinculados a los entornos digitales.
¿Qué formato elegir?
La elección es personal, no hay un mandato que nos diga en qué y cómo leer. La tecnología continuará transformando los modos en que interactuamos con la lectura, el lector no está obligado a elegir entre uno u otro. Al final es una batalla que no tiene un claro ganador y difícilmente se puede responder a la pregunta sobre qué formato es mejor, pero sí cómo podemos usar y beneficiarnos de ambos para potenciar la comprensión y optimizar la experiencia según nuestras necesidades. La ciencia aún investiga cómo estos hábitos evolucionarán en el futuro, lo que queda claro es que hay que fomentar la lectura, pues el acto de leer es insustituible.

Sonia Andrade García es médica por la Universidad de Guayaquil, Ecuador, especialista en Medicina estética y reparadora por la Universidad de Buenos Aires, posgrado en Láser, fototerapia y tecnologías aplicadas a la medicina estética por la Universidad Nacional de Córdoba, diplomada en Nutrición y medicina ortomolecular por la Universidad Católica de Córdoba, posgrado de Cirugía dermatológica y dermoestética en la Asociación Médica Argentina (AMA). Se formó en comunicación en salud en la Sociedad Argentina de Periodismo Médico (SAPEM – AMA).
- La hipótesis de la eficiencia neuronal fue formulada por primera vez por el doctor en Psicología y profesor emérito de la Universidad de California, Irvine, Richard Haier y sus colaboradores en 1988; postula que quienes desarrollan mayor capacidad cognitiva muestran un menor consumo de energía del cerebro cuando resuelven tareas. Debe señalarse que se trata de una de las hipótesis que, junto con otras, aún están bajo investigación y discusión. ↩︎
- El efecto de inferioridad de pantalla (The Screen Inferiority Effect) se refiere al fenómeno por el cual las personas tienden a comprender y retener menos información al leer en pantallas que al leer en papel. Las principales razones son: la sobrecarga cognitiva, dado que las pantallas fomentan la multitarea y el desplazamiento, lo que puede afectar la comprensión profunda; la falta de mapas mentales, puesto que los libros físicos proporcionan pistas espaciales (por ejemplo, pasar las páginas y la ubicación del texto) que ayudan a la memoria y a recordar la información; y la tendencia a leer por encima que promueven las pantallas. Ha sido planteado a fines de la década de 2000 y actualmente concita la atención de numerosos grupos de investigación en el mundo. ↩︎
- Se ha seguido aquí, en particular, los trabajos y revisiones: Delgado y cols., 2018; Mangen y cols., 2019; Schwabe y cols., 2021; Spjeldnæs & Karlsen, 2024. Ver Bibliografía revisada, ut infra. ↩︎


