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En los últimos años, el manejo de la sangre ha evolucionado con un enfoque en la seguridad y disponibilidad, con una creciente conciencia sobre los riesgos asociados a las transfusiones, además de los costos generados a los sistemas de salud.

En 2022 la Organización Mundial de la Salud (OMS) emitió un llamado urgente a los Estados miembros para implementar programas de Gestión de la sangre de los pacientes (Patient Blood Managemente, PBM), un enfoque que busca optimizar la problemática de la sangre y los componentes sanguíneos en la atención médica. Se fundamenta en la necesidad de afrontar el problema mundial del impacto en la salud de las personas asociado con la anemia, la pérdida de sangre y los trastornos hemorrágicos, todos ellos problemas críticos en la atención médica y quirúrgica. La OMS destaca que una respuesta favorable puede mejorar significativamente la salud de millones de pacientes, en especial a los grupos más vulnerables, como las embarazadas, los recién nacidos y los ancianos.

La propuesta busca disminuir drásticamente las transfusiones sanguíneas innecesarias y optimizar el uso de los recursos sanguíneos, con un enfoque sistemático y multidisciplinario.

La propuesta busca disminuir drásticamente las transfusiones sanguíneas innecesarias y optimizar el uso de los recursos sanguíneos, con un enfoque sistemático y multidisciplinario. Se ha demostrado que su adopción está asociada con reducciones significativas en la mortalidad intrahospitalaria (hasta un 28 %), en la duración de las estancias hospitalarias, así como en complicaciones posoperatorias y las tasas de transfusión. Los datos fueron obtenidos en un estudio realizado en Australia, uno de los primeros países en ocuparse del problema, sobre 650.000 casos, que fue publicado en 2017. La implementación del programa llevó a una disminución del 41 % en el uso de unidades de los componentes sanguíneos, la estancia hospitalaria se redujo en un 15 %, las infecciones intrahospitalarias en un 21 % y los accidentes cerebrovasculares en un 31 %. El ahorro de costos asociado a la menor adquisición de productos hemoderivados superó los 18 millones de dólares australianos.

El PBM se articula alrededor de tres pilares fundamentales: por un lado, la prevención y el tratamiento de la anemia, con la identificación y manejo proactivo de las condiciones que pueden ser predisponentes o causales de este cuadro. El segundo, la reducción al mínimo las pérdidas sanguíneas con el uso de técnicas quirúrgicas y anestésicas que reduzcan el sangrado durante las intervenciones. Y, finalmente, la optimización del estado clínico de los pacientes luego de los procedimientos, favoreciendo la tolerancia a la anemia, y sosteniendo que las transfusiones se realicen solo cuando son realmente necesarias, con criterios clínicos claros. La sangre es un recurso sumamente valioso, además de ser limitado y dependiente del altruismo de la donación, por ello es crucial reconocer el papel fundamental del donante y asegurar el uso responsable de los componentes sanguíneos. En este contexto, la Medicina transfusional enfatiza un enfoque prudente y restrictivo hacia las transfusiones, donde la decisión de transfundir debe basarse en que los beneficios superen los riesgos, y cuando no haya otras alternativas terapéuticas.

La sangre es un recurso sumamente valioso, además de ser limitado y dependiente del altruismo de la donación, por ello es crucial asegurar el uso responsable de los componentes sanguíneos.

A nivel mundial, miles de profesionales están comprometidos con la investigación, la implementación y la enseñanza del cambio paradigmático que representa el PBM. En 2023, un estudio realizado en Francia sobre una población de 980.125 pacientes internados  demostró que un programa efectivo podría ahorrar hasta 1.079 millones de euros, además de 181.451 unidades de glóbulos rojos por año.

En 2023, un estudio realizado en Francia demostró que un programa efectivo podría ahorrar hasta 1.079 millones de euros, además de 181.451 unidades de glóbulos rojos por año.

A pesar de estos beneficios evidentes, la adopción del PBM sigue siendo limitada en muchas regiones, con variabilidad significativa entre las instituciones, por lo cual la OMS solicita a las autoridades sanitarias actuar rápidamente para establecer políticas que respalden la iniciativa, asignar los recursos adecuados y promover su integración/incorporación en los sistemas de salud existentes.

Un programa de PBM impulsado como política gubernamental beneficiaría a los pacientes y al sistema de salud por el ahorro de recursos que se lograría.

Los criterios analíticos y clínicos se actualizan y consensúan en las entidades profesionales de manera permanente, por lo cual consultamos sobre los últimos avances a Alicia Vilaseca, quien es médica hematóloga, jefa del Servicio de Hematología en la Clínica San Camilo, y también presidenta 2023-2025 del Capítulo Argentino de la Sociedad Iberoamericana de Patient Blood Management.

Alicia Vilaseca, presidenta 2023-2025, Capítulo Argentino de la Sociedad Iberoamericana de Pa-tient Blood Management.

Vilaseca refuerza la definición del PBM como un enfoque centrado en el paciente, sistemático, multidisciplinario y basado en la mejor evidencia científica, para mejorar la evolución del paciente, mediante el manejo y la conservación de su propia sangre, promoviendo al mismo tiempo su seguridad. “En nuestra institución, desde el comienzo del programa hemos visto un aumento de conciencia de los colegas sobre los riesgos que implican para el paciente los programas de transfusiones liberales, tanto por el aumento de complicaciones infecciosas como tromboembólicas, la necesidad de mayor cantidad de días de internación, entre otras consideraciones, así como una redistribución de gastos que permite optimizar la atención”, señala.

pasted-image.png“Desde el inicio hemos aumentado la detección de anemia perioperatoria, y disminuido el uso de transfusiones de glóbulos rojos en más del 50 % en todas las cirugías mayores”, explica. Aclara, además, que la implementación del programa se ha extendido también al paciente clínico, por lo cual se ha abandonado la vieja práctica de la transfusión profiláctica de plasma y plaquetas ante procedimientos invasivos, que condujo a una reducción del 90 % de transfusión de estos componentes.

En cuanto a la anemia perioperatoria refiere que la manejan, en el caso de la presentación más frecuente que es la ferropénica, según el tiempo disponible hasta el día de la cirugía. En algunos casos se la trata con hierro oral y en los más urgentes con hierro endovenoso, combinado o no con eritropoyetina (EPO). La EPO, una hormona glucoproteica producida principalmente en los riñones, estimula la producción de glóbulos rojos en la médula ósea en repuesta a bajos niveles de oxígeno en la sangre.

¿Qué herramientas deberían utilizarse para evaluar si un paciente necesita una transfusión? Vilaseca manifiesta que “a la hora de decidirlo, los parámetros más importantes son el estado clínico hemodinámico del paciente y sus niveles de hemoglobina, pero nunca un solo resultado de laboratorio es nuestro único marcador”.

La gran dificultad para implementar estos programas explica la especialista— es romper con los paradigmas y costumbres de la comunidad médica. Es muy importante tener el apoyo de las autoridades y desarrollar programas de educación en todos los estamentos del sistema de salud, incluyendo administrativos y enfermería. Realizar, además, campañas de difusión para la comunidad en general, sean o no pacientes, ya que resulta de gran beneficio que la demanda sea bidireccional entre la comunidad médica y por parte de los pacientes.

Considera finalmente que “falta el gran paso: involucrar a los financiadores y a las autoridades ministeriales, ya que un programa de PBM impulsado como política gubernamental beneficiaría a los pacientes, en primer lugar, al mejorar la calidad de la atención y la seguridad. Luego está la ventaja para el sistema por el ahorro de recursos que se lograría”.

Fuentes
Garcia-Casanovas A., Bisbe E.,Colomina J., J., Varela J. (2020). Estrategias de gestión y política sanitaria para el desa-rrollo del Patient Blood Management en los sistemas de salud en España. Journal of Healthcare Quality Research, 2020, 35, Issue 5, 319-327. https://doi.org/10.1016/j.jhqr.2020.06.005.
Góngora Falero G., Canle O., Begue G., Pastoriza S., Romano F., Vidmar GL., Furszyfer ER., Agüero O., Barberá RF., Orden A., Vilaseca A. (2017). Eficacia de un programa de gestión de sangre en pacientes sometidos a cirugía cardíaca. Revista Argentina de Anestesiología, volume 75, issue 3, 100-105. 10.1016/j.raa.2017.07.003.
Lasocki S., Delahaye D., Fuks D., Savoie P. H., Dussart C., Hofmann A., Paubel P. (2023). Management of periopera-tive iron deficiency anemia as part of patient blood management in France: A budget impact model-based analysis based on real world data. Transfusion, 63(9):1692-1700. doi: 10.1111/trf.17495.
Spahn D.R., Muñoz M., Klein A. A., Levy J. H., Zacharowski K. (2020). Gestión de la sangre del paciente: Efectividad y Potencial Futuro. Anesthesiology, 133(1): 212-222.
Van der Linden P. (2016). Implementation of patient blood management remains extremely variable in Europe and Canada: the NATA benchmark project: An observational study. Eur J Anaesthesiology, 33(12), 913-921.

Silvia Niveyro, médica por la Universidad Nacional de La Plata, especialista en Anestesiología. Miembro de la Federación Argentina de Anestesiología y de la Sociedad Argentina de Transplantes. Staff del Servicio de Anestesiología del Hospital Universitario Fundación Favaloro (HUFF). Se formó en comunicación en salud en la Sociedad Argentina de Periodismo Médico (SAPEM) de la Asociación Médica Argentina (AMA).