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Hace ya casi 30 años, una radio FM iniciaba cada hora diciendo: “Un día como hoy, pero de hace tantos años” y allí contaba una efeméride. Si esa señal aún estuviese al aire, este 14 de abril podría decir: “Un día como hoy, pero hace 112 años, el médico brasileño Carlos Ribeiro Justiniano das Chagas diagnosticaba por primera vez la enfermedad, denominada en aquel entonces tripanosomiasis americana, en una niña llamada Berenice Soares de Moura”.

¿Qué sucedió en estos 112 años con esta enfermedad de la que, cada vez más, se sigue hablando?

Hoy se la conoce como enfermedad de Chagas. Carlos Chagas y el médico argentino Salvador Mazza fueron los que mayores aportes hicieron a principios del siglo pasado sobre la enfermedad y cómo combatirla. En nuestro país se la llama enfermedad de Chagas-Mazza. Es producida por un protozoario intracelular, el Trypanosoma cruzi, y se transmite por insectos que se alimentan de sangre, el más conocido, la vinchuca.

Un día como hoy, pero hace 112 años, el médico brasileño Carlos Ribeiro Justiniano das Chagas diagnosticaba por primera vez la enfermedad de Chagas, denominada en aquel entonces tripanosomiasis americana.

Es una enfermedad silenciosa y que hace cronicidad si no se la trata inmediatamente. Como toda enfermedad crónica, se establece un fino balance entre el sistema inmunológico del paciente infectado y la capacidad replicativa del protozoario. No obstante, la permanencia de este patógeno en células cardíacas, de músculo liso y del sistema inmunológico, entre otras, hace que se produzca un daño progresivo que lamentablemente lleva a que un 30-40 % de los individuos infectados desarrollen formas sintomáticas de la enfermedad que pueden ser causa de muerte varios años después de haberla contraído.

Un 30-40 % de los infectados desarrollan formas sintomáticas de la enfermedad que pueden ser causa de muerte varios años después. En la actualidad solo hay dos medicamentos antiparasitarios efectivos, pero tienen importantes efectos adversos.

Esta enfermedad es endémica en toda América Latina, donde se encuentra presente el vector, pero ya se registran casos en el sur de los Estados Unidos. Las migraciones desde Latinoamérica hacia todas partes del mundo han provocado que haya 19 países de zonas no endémicas con infectados. En la actualidad, se estima que la padecen 7 000 000 de personas y que hay 70 000 000 en riesgo de contraerla. Se estima también que 7 de cada 10 infectados ignoran su condición y que más 10 000 personas mueren anualmente debido a las complicaciones de la enfermedad.

Además de la transmisión vectorial a través de la vinchuca, la transmisión materno-fetal es de gran relevancia en nuestro país. El parásito se transmite vía sanguínea, de ahí la importancia del control de los bancos de sangre; por trasplantes de órganos, o por vía oral, a través de alimentos contaminados con heces de la vinchuca que son las que contienen la forma infectiva del T. cruzi.

¿Qué se ha hecho en estos 112 años en nuestro país para mejorar esta situación?

Fueron pioneros en el estudio de esta enfermedad y en diferentes campos disciplinares:

– A principio del siglo XX, los doctores Maggio y Francisco Rosenbusch demostraron por primera vez que el T. cruzi infectaba al Triatoma infestans o vinchuca y en 1924 hallaron a los primeros argentinos infectados con este protozoario.

– Entre 1926 y 1927, Salvador Mazza encontró un perro infectado naturalmente por la enfermedad y en 1927 describió el primer caso agudo. De allí en más dedicó su vida al estudio de esta enfermedad.

Ya desde la década del 70 del siglo pasado hasta nuestros días nos encontramos con grandes maestros que hicieron escuela y que hoy continúan sus discípulos.

– La doctora Stella Maris González Cappa, fundadora del Instituto de Investigaciones en Microbiología y Parasitología Médica (IMPaM, UBA-CONICET), quien ha dedicado su vida al estudio de los mecanismos inmunopatogénicos de la enfermedad de Chagas.

– Los doctores Miguel Ángel Basombrío y Néstor Taranto, quienes, en las zonas más calientes del país para esta parasitosis y tantas otras, como es el noroeste argentino, llevaron adelante estudios epidemiológicos de primer nivel, ayudando a identificar reservorios y mecanismos de transmisión de la enfermedad.

– El doctor Mariano Levin en el Instituto de Investigaciones en Ingeniería Genética y Biología Molecular “Dr. Héctor N. Torres” (INGEBI, CONICET), pionero en realizar estudios moleculares y así poder buscar blancos terapéuticos.

– Del mismo modo, en Córdoba la doctora Clelia Riera, el doctor Alberto Marcipar en Santa Fe y el doctor Oscar Adelmo Bottasso en Rosario trabajaron en distintos aspectos de la enfermedad y sus discípulos continúan hoy esos estudios.

– En el ámbito de la salud pública se han destacado la doctora Elsa Segura, en el Instituto Nacional de Parasitología “Dr. Mario Fatala Chabén”, que hizo trabajos de relevamiento destacados; el doctor Héctor Freilij, en el Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez, llevó adelante el Programa Nacional de Chagas; y el doctor José Milei quien dirige el Laboratorio de Trastornos Metabólicos y Enfermedad de Chagas UBA-CONICET).

– En la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires, en el Instituto de Estudios de la Inmunidad Humoral (UBA-CONICET) fue el grupo liderado en ese entonces por el doctor Ricardo A. Margni y fundador de la Cátedra-Instituto quien inició los estudios en esta enfermedad. Sus discípulos continuaron con la línea de trabajo y en la actualidad, el doctor Emilio Malchiodi lidera el equipo que ha desarrollado, junto con otros siete grupos europeos, un promisorio candidato vacunal, del que se espera que los ensayos clínicos comiencen en menos de dos años*. Si bien la vacunación es uno de los mejores métodos profilácticos, para disminuir el número de nuevos infectados, también es de gran importancia el desarrollo de métodos terapéuticos. En este sentido, en la Cátedra de Farmacognosia, encabezada en ese entonces por la doctora Virginia Martino, se estudian extractos vegetales con capacidad tripanomicida.

En la Facultad de Farmacia y Bioquímica, UBA, el doctor Emilio Malchiodi lidera el equipo que ha desarrollado, junto con otros siete grupos europeos, un promisorio candidato vacunal. Se espera que los ensayos clínicos comiencen en menos de dos años.

También hay organizaciones y fundaciones sin fines de lucro que trabajan activamente, ya sea mediante programas para mejorar los tratamientos, el análisis de los medicamentos actuales, fomentando la investigación básica y aplicada, así como el del trabajo de campo y haciendo relevancia epidemiológica. Los más destacados son las Fundaciones Mundo Sano y Bunge y Born.

En 2007 se sancionó la “Ley de prevención y control de todas las formas de transmisión del Chagas” (ley 26.281), reglamentada recién en 2022. La ley contempla garantizar el diagnóstico y el tratamiento precoz, prevenir las distintas formas de transmisión, visibilizar la problemática, promover la investigación y prevenir todo acto de discriminación hacia los individuos infectados.

¿Cómo se trata esta enfermedad?

En la actualidad solo hay dos medicamentos antiparasitarios efectivos en el tratamiento inmediato de la infección (infección aguda) o para tratar reactivaciones en individuos inmunosuprimidos. Son el benznidazol y el nifurtimox. Investigadores argentinos demostraron que el tratamiento corto de mujeres en edad fértil (no embarazadas) con infección crónica previene la transmisión congénita.

Si bien la capacidad tripanocida de estos medicamentos es muy alta, lo son también los efectos adversos. Escenario que fomenta la búsqueda de nuevas estrategias de control.

¿Cuál es la situación actual en la Argentina?

Hoy se sabe que en nuestro país son más de 1 500 000 las personas infectadas. Que hay 19 provincias en las que se encuentra el vector y que Santiago del Estero, el Chaco, Salta, San Luis y Formosa son las provincias más afectadas. Se sabe también que el modo de transmisión congénito es la vía que genera mayor número de casos nuevos por año. Dado el número de mujeres en edad de concebir infectadas, se estima que 1000 bebés por año podrían nacer infectados en la Argentina.

¿Por qué aún hay Chagas en la Argentina?

La razón más clara de por qué aún hay casos nuevos de la enfermedad quedó muy bien explicitada en la impactante película Casas de Fuego, que muestra sin lugar a dudas que el desinterés político por las enfermedades de la pobreza son la causa de que todavía sigan existiendo, y se las llame enfermedades desatendidas.

¿Cómo se hace para controlar y eventualmente erradicar la diseminación de una enfermedad con estas características?

Inicialmente se necesitan políticas de estado que sean perdurables en el tiempo. En nuestro país implicaría garantizar el cumplimiento de la ley. Esto abarca desde las simples fumigaciones, hasta los controles biológicos más exquisitos desarrollados por ecologistas. Se necesita un sistema de tamizaje o cribado de excelencia, destinado a detectar al mayor número posible de infectados, para ello es también necesario contar con métodos diagnósticos sensibles, específicos y que puedan aplicarse a campo.

El desinterés político por las enfermedades de la pobreza son la causa de que todavía sigan existiendo, y se las llame enfermedades desatendidas.

Además, diseñar políticas sanitarias para el control de los bancos de sangre y de las embarazadas, para que estas puedan ser tratadas y así disminuir el riesgo de transmisión materno-fetal.  Y, al mismo tiempo, incentivar el desarrollo de nuevos fármacos, que sean eficientes y con toxicidad disminuida, así como el desarrollo de vacunas profilácticas y terapéuticas.

En resumidas palabras, las batallas contra las enfermedades endémicas se ganan, primero, con interés político en ellas y, segundo, con un gran desarrollo científico-tecnológico.

Emilio L. Malchiodi es investigador superior del CONICET, profesor emérito de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires, director del Laboratorio LAVAX  (UBA-CONICET).
Augusto E. Bivona es investigador asistente del CONICET, jefe de trabajos prácticos de la Cátedra de Inmunología de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires, miembro del laboratorio LAVAX (UBA-CONICET).
Marisa M. Fernández es investigadora independiente del CONICET, profesora asociada de la Cátedra de Inmunología de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires, directora del Laboratorio de Inmunología Molecular y Estructural (LIME, UBA-CONICET).

Para profundizar el tema

http://enfoco.ffyb.uba.ar/content/chagas-desarrollan-un-promisorio-agente-vacunal
http://enfoco.ffyb.uba.ar/content/deconstruyendo-los-superant%C3%ADgenos-bacterianos-%C2%BFh%C3%A9roes-o-villanos

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