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Eloisa Díaz Inzunza fue la primera médica sudamericana graduada en una universidad sudamericana, en la Facultad de Biología y Ciencias Médicas de Santiago, Chile, en 1886. La segunda médica sudamericana graduada en el subcontinente fue Rita Lobato Velho Lopes, en 1887 en la Facultad de Medicina de Bahía, Brasil. La tercera fue la argentina Cecilia Grierson, recibida en 1889 en la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Buenos Aires, Argentina.  En esta oportunidad reseñamos el derrotero que llevó a Rita Lobato a graduarse como médica, luego cumplir con la palabra empeñada a su madre de que no usaría la Medicina con fines de lucro, y su posterior compromiso con la lucha por el derecho al voto de las mujeres en Brasil.

Rita Lobato Velho Lopes nació prematuramente a los siete meses en São Pedro do Rio Grande, en Rio Grande do Sul, el 9 de junio de 1866. Su padre, Francisco Lobato Lopes, quien se había casado con su prima Rita Carolina Velho, fue un rico comerciante y terrateniente. Tuvieron catorce hijos y solo nueve sobrevivieron; Rita madre murió el 3 de junio de 1883 durante el parto de su último hijo. Esta fue la principal razón que motivó a Rita hija a seguir la carrera de Medicina: había prometido a su madre en vida que, de ser médica algún día, no iba a lucrar con su profesión. Y con su madre ya muerta, prometió que iba a estudiar para evitar tantas muertes maternas.

Luego de la muerte de su esposa, en marzo de 1884, Francisco desembarcó en Río de Janeiro con cinco de sus hijos, Francisco (h), Mathias, Rita, Antonio y José, y eso sí, con tres esclavos, Clarinda, Crispin y María. Los otros hijos, Julieta, Isabel, Joaquina y Cássio, su hijo menor, el bebé, permanecieron en Rio Grande do Sul. El objetivo era acompañar a esos otros hijos que iban a estudiar Medicina. El 31 de marzo de ese año Rita intentó matricularse en la Facultad de Medicina de Río de Janeiro, sin embargo, se le requirió una nueva vacunación y un certificado sanitario. Los nuevos documentos fueron revalidados en el Empire Vaccine Institute y remitidos otra vez, quedando así aceptada su inscripción, como se reseña en la biografía oficial del Dicionário Histórico-Biográfico das Ciências da Saúde no Brasil. Parece que sus hermanos sí estaban ´correctamente´ vacunados.

UN PARATE EN LA HISTORIA. A pesar de que en 1879, con la Reforma de Leóncio de Carvalho, rubricada por el Emperador Don Pedro II, las mujeres pudieron acceder a los estudios superiores en todo el Imperio de Brasil, tal medida no era tomada con agrado por la gran mayoría de las autoridades universitarias. Y oponían sus reparos o intentaban obstaculizar la matriculación o la permanencia de las ´aspirantes´ a médicas.

Rita no fue la única mujer en la Facultad, otras ´niñas´ fueron logrando matricularse. En especial destacamos a una de ellas, y a quien destinaremos  un apartado especial: Ermelinda Lopes de Vasconcellos. Con ella veremos que el refrán ´la venganza es un plato que se sirve frío´, tiene su asidero. Pero eso, lo dejamos para más adelante, al final de esta nota de divulgación histórica.

En Río de Janeiro, para Rita todo parecía transcurrir con relativa normalidad. Hasta que se promulgó el Decreto 9.311, del 25 de octubre de 1884, que otorgaba nuevos estatutos a las facultades de medicina, pero mantenía en términos generales lo propuesto por la Reforma de Leôncio de Carvalho, con algunas modificaciones, y pasó a ser conocida como Reforma Savóia. Uno de sus artículos, el 377, reafirmaba que “se permitía la inscripción de mujeres”.

La nueva normativa “provocó revuelos y revueltas entre los estudiantes, como la de Francisco, hermano de Rita, que también estudiaba Medicina y que había protestado contra estas nuevas normas”, según consta en el citado Diccionario. Francisco y otros dos estudiantes fueron penalizados por la Universidad. Como hemos corroborado en el Diario do Brazil, las autoridades, ´habiendo precedido una investigación sobre los ataques perpetrados en el edificio de la Facultad´, le impusieron pena de exclusión por un año. Ahora bien, no pudimos determinar si el hermano Francisco desaprobaba en especial el acceso de las mujeres a la universidad o si se oponía a otros aspectos de la reforma.

CORTAR POR LO SANO. El padre de Rita, por temor a las represalias, volvió con su hija a Río Grande do Sul; los varones permanecieron en Río de Janeiro. Haciendo un flash forward, finalmente, recién en 1890 el ´revoltoso´ Francisco logró graduarse en Farmacia (una carrera ´menor´ por entonces) en Río de Janeiro. En ese mismo año Antonio se graduó en Medicina, con la tesis “Diabetes”; y Mathias, con la tesis “La palpación abdominal”, ambos en la Universidad de Bahía. Pero Rita…

En mayo de 1885, Rita Lobato y su padre marcharon a la ciudad de Salvador para que ella prosiguiese sus estudios de Medicina y pudiera cumplir la promesa hecha a su madre. Ahora estudiaría en la Facultad de Medicina de Bahía, por cierto un centro educativo de mayor prestigio que la institución anterior.

El Decreto 9.311 permitía a los estudiantes adelantar los exámenes. Como ella había obtenido buenos resultados en Anatomía y en las clases prácticas en la Universidad de Río de Janeiro, cincuenta días después de matricularse en el segundo año de Medicina en la Universidad de Bahía, solicitó adelantar los exámenes del año académico de 1885. Luego, en octubre adelantó los exámenes de Anatomía general y descriptiva; y completó la siguiente serie en seis meses, estudiando durante las vacaciones. Y así siguiendo consiguió imprimir a su carrera un ritmo vertiginoso, tanto que el 8 de agosto de 1886 se inscribió al sexto año. En octubre de ese año rindió las pruebas correspondientes con notas sobresalientes. Su tesis de doctorado en Medicina versó sobre “Paralelo entre los métodos recomendados en cesárea”. El 10 de diciembre de 1887, Rita recibió su diploma, un anillo de oro con una gran esmeralda, distintivo de esa Universidad, y un ejemplar de las obras hipocráticas.

Carátula de la tesis doctoral en Medicina de Rita Lobato Velho Lopes
(Universidade Federal da Bahia – UFBA, Faculdade de Filosofia e Ciências Humanas. Digitalizada no Centro de Digitalização (CEDIG) do Programa de Pós-graduação em História da UFBA)
Dedicatoria: A la sagrada memoria de mi madre D. Rita Velho Lopes
Diploma de Rita Lobato Velho Lopes. Comité Permanente de Archivo.
Se exhibe en Sala Lens, 1er piso, Facultad de Medicina de la Universidad Federal de Bahía (Pelourinho) (Foto oficial).

PERO NO TODO FUE UN LECHO DE ROSAS…

Ya contamos el final feliz del transcurso académico de Rita. ¿Pero fue tan así?

Al decir de la doctora en Historia, y especialista en Historia de género, Ana Maria Colling: “A finales del siglo XIX, algunas mujeres querían algo más que respeto y trato favorable dentro de la familia. Querían el derecho a la educación, una educación superior que había sido posible con la ley de educación de 1879”. A pesar de que esa ley tenía plena vigencia, “las mujeres jóvenes que seguían una carrera universitaria no eran bien vistas por la sociedad… (además) el derecho al sufragio siguió siendo un privilegio estrictamente masculino. Incluso (…), la mayoría de los hombres educados todavía argumentaban que la energía de las mujeres debería dedicarse totalmente al servicio de sus familias. Muchos sostenían que el empleo femenino era necesario exclusivamente porque algunas mujeres no alcanzaban el logro de la ´mejor carrera femenina´, que era el matrimonio”, señala Colling, también investigadora en la Cátedra de UNESCO Diversidade Cultural, Genero e Fronteiras.

Por su parte, Iole Macedo Vanin en su tesis doctoral en Historia dio cuenta de las ideas misóginas prevalentes y las polémicas de la época. Por citar un ejemplo, la investigadora se refiere a los autores del artículo “La mujer médica”, publicado por la Gazeta Médica da Bahia: “Conozco el motivo de tal publicación (…), periódico seguramente elaborado por estudiantes de carreras de la Facultad de Medicina de Bahía: fue la llegada de Rita Lobato de Rio Grande do Sul a la carrera de medicina, proveniente de la institución de Río (se refiere a la Universidad de Rio de Janeiro).  En el debate que tuvo lugar en este periódico, el grupo contrario a la presencia femenina utilizó argumentos fisiológicos como que el pequeño tamaño del cerebro de las mujeres les impedía retener la ‘joya intrincada’ de las verdades médicas; y que ellas debían dedicarse al mundo doméstico y a la familia”.

Así también, la doctora en Historia June Hahner, profesora emérita del Departamento de Historia, Universidad Estatal de Nueva York (Albany), especialista en estudios de la lucha por los derechos de la mujer en América latina, basándose en artículos publicados en esa Gazeta, recogió los dichos de un compañero de Rita que afirmaba que “nadie querría casarse con una médica, ‘adicta por la continua costumbre de frecuentar las calles’; así es que tales doctoras deberían abandonar sus carreras o permanecer solteras”. Si bien este fue el caso de varias de las primeras médicas en diferentes países, no fue el de Rita, que se casó con Antonio Maria Amaro de Freitas, un primo de quien estuvo enamorada desde la infancia.

“NO USABA COLORETE. MUCHO MENOS LÁPIZ LABIAL. SOLO POLVO DE ARROZ”

Rita iba acompañada por su padre a la Universidad todos los días, a pesar de que dos de sus hijos varones estudiaban Medicina en la misma institución (es que también se habían cambiado a esa universidad Antonio y Mathias). Mientras ella cursaba, Francisco padre permanecía estoicamente en la secretaría, o en los jardines, esperándola, y la acompañaba en los recesos entre clases.

En el aula, Rita debía sentarse en una silla especial, colocada frente a los profesores y alejada de sus compañeros. Alberto Silva, uno de sus biógrafos, y que la entrevistó largamente, además de acceder a sus papeles privados, brinda este panorama: fue siempre una estudiante asidua. No faltó a clases. Todas las mañanas llegaba al viejo Colegio, muy esbelta, blanca, regordeta, vistosa, simpática, vestida decentemente, casi siempre de oscuro; sus ojos azules, su rostro lleno, moreno, su cabello peinado en trenzas atadas por detrás con flequillo por delante. Una vez en clases, o incluso fuera de ellas, permanecía concentrada, aislada, retraída. Y cuando Silva le preguntó sobre las razones por las que permanecía aislada y siempre con la cabeza gacha, Rita respondió: “Como sabes, en mi época una niña no tenía la libertad que tiene hoy con sus compañeros”. Había preocupación por respetar la moral patriarcal vigente, y demostrar que a pesar de estar en un espacio masculino, se comportaba como era esperable, con discreción y de manera virtuosa. Como Rita le confesó por entonces a Silva, ella “no usaba colorete. Mucho menos lápiz labial. A lo sumo polvo de arroz. No seguía la moda”.

¿DÓNDE IRÍA A RECALAR RITA?

Rita estableció su consultorio en 1888 en Porto Alegre y luego lo trasladó a su residencia particular. Pero, le volvieron las ansias de estudiar y perfeccionarse. ¿Dónde iría a recalar? Pues, adonde los feminismos bullían: en Buenos Aires, a principios de 1910, en las conmemoraciones del centenario del primer intento de independencia argentina. Durante el semestre acudió a numerosas conferencias médicas y realizó estadías y pasantías en varios hospitales de nuestro país. Tomó contacto con una par, la primera médica argentina Cecilia Grierson, egresada dos años después que Rita. En ese entonces Cecilia presidía el Primer Congreso Feminista Internacional, que fuera propulsado por la farmacéutica y médica Julieta Lanteri. Dimos cuenta de ello en notas anteriores de Farmacia y Bioquímica en foco, recomendamos su relectura (links debajo, en Lecturas recomendadas).

A su regreso de Buenos Aires, y hasta 1925, Rita Lobato prestó servicios y consultas a particulares sin dejar de lado la atención gratuita en los llamados “consultorios de señoras”, como lo había hecho siempre y tal como había prometido a su madre.

CUMPLIDOS TODOS LOS DEBERES Y MANDATOS… AHORA HAGO LA MÍA

Tras la muerte de su marido el 20 de septiembre de 1925, Rita Lobato donó todo su instrumental médico a hospitales de la región y comenzó a dedicarse con ahínco a la vida política. Inició una alianza de voluntades y convencimientos compartidos con la más destacada líder feminista y activista de Brasil, la naturalista, zoóloga y profesora, formada la Sorbone de París, Bertha Maria Júlia Lutz (1894-1976), fundadora y presidenta de la Federación Brasileira por el Progreso Femenino. Se volcó entonces al movimiento feminista por el derecho al voto, que alcanzó el éxito en 1932, cuando la médica Carlota Pereira de Queiróz fue elegida diputada al Congreso Nacional.

Además, el 21 de agosto de 1934, Rita fue elegida primera vereadora (concejala) de Rio Pardo (RS), cargo que asumió en 1935. Con la implantación del ´Estado Novo´, en 1937, Getúlio Vargas clausuró el Parlamento y todas las cámaras municipales en un vuelco más propio de un totalitarismo; quedó interrumpido así el mandato de Rita.

Sufrió un derrame cerebral el 5 de enero de 1940 y desde entonces vivió con su única hija Isis y sus tres nietos; exhibió una franca recuperación, con secuelas en la audición y bastante disminución de su capacidad visual, pero nada que pudiera impedirle seguir muy activa en la vida política de su país.

En 1943, Rita adoptó a Getúlio Franco, hijo de uno de los empleados de la casa, quien luego heredaría algunos de sus cuantiosos bienes. Murió el 6 de enero de 1954, en la Estancia Capivari, donde había atendido a tantísimos pacientes, a quienes podían pagarlo como a quienes que no.

En 1967, el Correio do Brasil emitió un sello postal en su honor. En 2010, el actual edificio de la Facultad de Medicina de Bahía/UFBA, en el Campus de Canela, pasó a denominarse “Anexo I de la Facultad de Medicina de Bahía – Doutora Rita Lobato Velho Lopes”.

Amalia Beatriz Dellamea. Centro de Divulgación Científica y Equipo de gestión editorial de FFyB en foco. Facultad de Farmacia y Bioquímica. Universidad de Buenos Aires


UNA NOTA DE COLOR

LA VENGANZA ES UN PLATO QUE SE SIRVE FRÍO

La segunda médica egresada de una universidad brasileña fue Ermelinda Lopes de Vasconcelos, quien como ya sabemos había sido compañera de Rita Lobato Velho Lopes en la Universidad de Río de Janeiro, antes de que Rita se trasladase a la Universidad de Bahía. Ermelinda, a diferencia de Rita, tuvo que superar la oposición paterna y familiar a su decisión de ser médica. Pero ni ellos, ni nada, pudieron impedirlo.

Ermelinda egresó un año después que Rita, en 1888, con la tesis “Formas clínicas de meningitis en niños – Diagnóstico diferencial”. Su panel de defensa estuvo presidido, nada más ni nada menos que por Pedro de Alcántara João Carlos Leopoldo Salvador Bibiano Franciso Xavier de Paula Leocádio Miguel Gabriel Rafael Gonzaga de Habsburgo y Braganza, a saber, el Emperador de Brasil Don Pedro II. Tanta era la expectativa que suscitaba el egreso de la primera mujer médica en la Universidad de Río de Janeiro, la capital imperial.

Ermelinda Lopes de Vasconcelos

Pero, no todos los varones de Imperio pensaban lo mismo, al parecer. Con motivo de la graduación de Ermelinda el renombrado joven escritor e historiador de la literatura brasileña, Sílvio Romero, publicó un artículo titulado “Machona” en el que profería: “Esteja certo a doutora que os seus pés de machona não pisarão o meu lar” (´Tenga la seguridad, doctora, que sus pies de machona no pisarán mi hogar´, trad. libre). Según el relato del médico y biógrafo de Ermelinda, Alberto Silva (también biógrafo de Rita Lobato), la joven médica sufrió inmensamente al leer ese artículo. Y, sí, se entiende perfectamente.

En 1889, la ´machona´ se casó con Alberto Xavier de Sá, un encumbrado colega médico, y se convirtió en Ermelinda Vasconcelos de Sá. En 1900, realizó un viaje de estudios a Europa, perfeccionó sus conocimientos médicos en Francia, Inglaterra y Alemania. A su regreso a Brasil se dedicó a la obstetricia con notable éxito, de hecho llegó a tener una prestigiosa clínica ginecoobstétrica en Río de Janeiro.

TIEMPO AL TIEMPO

Irónicamente, veinticinco años después, Sílvio Romero, por entonces ya miembro de la Academia Brasileira de Letras, debió recurrir a ´una reconocida y recomendada doctora´,  para que atendiera, en la casa familiar de los Romero, a su esposa que estaba a punto de dar a luz, en un parto que se preanunciaba complicado. Allí fue Ermelinda con su profesionalismo a cuestas.

Cuenta la historia que, terminado el trance, y con resolución óptima para la madre y el recién nacido, Sílvio Romero, olvidándose por completo de lo que había escrito antaño (o quizá no habiéndola reconocido por su apellido de casada), le pidió a Ermelinda que le hiciera un descuento y solicitó –¡vaya desfachatez!– pagarle la atención médica en cuotas. Contrariamente a los estereotipos bien conocidos sobre la femineidad, la doctora Ermelinda Vasconcelos de Sá no perdió la oportunidad de responderle: “O senhor me pagará caro e de uma vez!” (´¡El Señor me lo pagará caro y de una vez!¨). Sí, de una vez, y por todas.

Ahí mismo, Ermelinda le entregó un sobre que contenía el recorte de aquel viejo y vilipendioso artículo, ya amarilleado por el paso del tiempo, titulado “Machona”.

¿Ni olvido ni perdón?

Fuentes

Colling, Ana Maria. (2011). As primeiras médicas brasileiras – Mulheres à frente de seu tempo. Fronteiras13(24), 169–183.  https://ojs.ufgd.edu.br/FRONTEIRAS/article/view/1607 Silva, Alberto.  En Rago, Elisabeth Juliska. (2000) A ruptura do mundo masculino da medicina: médicas brasileiras no século XIX. Cadernos Pagu (15): 199-225. https://ieg.ufsc.br/public/storage/articles/October2020/Pagu/2000(15)/Rago.pdf


Lecturas recomendadas

¿Con qué se encontró en Buenos Aires Rita? Se recomienda revisar las actas, los trabajos y los debates, en suma interesantes, en: Primer Congreso Femenino Internacional de la República Argentina. Historia, Actas y Trabajos.

http://www.psi.uba.ar/institucional/historia/genero/archivos/1_1900-1916/1_2.pdf

Ver también

Serie de Historia de mujeres desde una perspectiva de género, publicadas en Farmacia y Bioquímica en foco.

Bibliografía

Begliomini, Helio.  Mulheres Notáveis e Pioneiras na Área da Saúde do Brasil do Século XIX. Expressão & Arte Editora, São Paulo, 2021.

Colling, Ana Maria. (2011). As primeiras médicas brasileiras – Mulheres à frente de seu tempo. Fronteiras13(24), 169–183.  https://ojs.ufgd.edu.br/FRONTEIRAS/article/view/1607

Decreto 9311/1884. Da nuevos Estatutos a las Facultades de Medicina. https://www2.camara.leg.br/legin/fed/decret/1824-1899/decreto-9311-25-outubro-1884-545070-publicacaooriginal-56989-pe.html

Hahner, June ELisboa, Eliane Tejera .Emancipação do sexo feminino: a luta pelos direitos da mulher no Brasil 1850-1940 / Emancipation of the female sex: the struggle for women’s rights in Brazil 1850-1940. EDUNISC, Santa Cruz do Sul, 2003.

Lopes, Rita Lobato Velho. Dicionário Histórico-Biográfico das Ciências da Saúde no Brasil (1832-1970). Biografía. Casa de Oswaldo Cruz / Fiocruz.

https://dichistoriasaude.coc.fiocruz.br/wiki_dicionario/index.php/LOPES,_RITA_LOBATO_VELHO

Macedo Vanin, Iole. As damas de branco na biomedicina baiana (1879-1949): médicas, farmaceuticas e odontologas. Tesis doctoral. Faculdade de Filosofia e Ciencias Humanas. Programa de Pós-graduação em História. Universidade Federal da Bahia. Salvador 2008.

https://ppgh.ufba.br/sites/ppgh.ufba.br/files/2008._vanin_iole_macedo._as_damas_de_branco_na_biomedicina_baiana_1879-1949_medicas_farmaceuticas_e_odontologas.pdf

Silva, Alberto. A primeira médica do Brasil. Pongetti, Rio de Janeiro, 1954. Citado por Macedo Vanin, Iole (op. cit.).