Pablo Power y Federico Wolman comparten una particularidad que va más allá de su rol como docentes e investigadores en la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA: la pasión por la música. Power, profesor adjunto de la Cátedra de Microbiología, combina su vocación científica con la guitarra en una banda que versiona clásicos del rock. Wolman, profesor adjunto de Biotecnología, es una figura del underground argentino, vocalista de bandas como Dragonauta y El Festival de los Viajes. Ambos construyen un puente entre el laboratorio y los escenarios, explorando la relación entre el pensamiento científico y la expresión artística.
PRIMEROS ENCUENTROS CON LA MÚSICA
“Siempre me atrajo la cuestión mística de la música”, comenta Wolman al recordar su primer contacto con el metal. Su camino comenzó con Los Violadores y Black Sabbath, mientras que Power se inició con Queen y descubrió el heavy metal a través de Ozzy Osbourne e Iron Maiden. “Desde entonces, llevo 40 años escuchando heavy metal”, afirma.

Ambos coinciden en que la música no es solo un pasatiempo, sino un refugio. “Cuando no sentís que formás parte de la gran fiesta hegemónica, la música te da identidad y resistencia”, reflexiona Wolman. Power, por su parte, asegura que la música ha sido parte integral de su vida académica: “Uso citas musicales en mis clases y presentaciones en congresos. No puedo separar mi vida científica de mi costado artístico”.
Para Power, el acceso a la música en su adolescencia no era tan inmediato como hoy. “Recorría las cuevas de Flores buscando discos, descubriendo bandas a través de las tapas de los vinilos. La música era algo que se vivía con un sentido de búsqueda y exploración”. Wolman comparte esa visión y agrega: “Hoy, con YouTube y Spotify, tenés todo al alcance, pero se pierde un poco el misterio y la magia de descubrir un disco sin saber qué esperar”.

MÚSICA Y CIENCIA: DOS CAMINOS ENTRELAZADOS
En la ciencia y en la música, la creatividad es clave. Para Wolman, “la mejor ciencia no surge del pensamiento lineal, sino de la asociación de ideas que podrían no parecer relacionadas”. En ese sentido, destaca que tanto la investigación como la composición musical requieren un enfoque flexible y lúdico. Power coincide: “Tocar en una banda de covers es como seguir en la misma línea de investigación: sabés que funciona, pero en algún punto necesitás salir del lugar de confort”.
Ambos consideran que el arte es un complemento fundamental en sus vidas académicas. “La música es energía, es un ritual de sanación”, dice Wolman. “Es como el que va a la iglesia los domingos. Te resetea la cabeza”. Power añade: “Cuando preparás una lista de temas para un show, elegís el orden con un criterio. Con la ciencia pasa algo similar: no es solo acumular datos, sino darles un sentido y una estructura”.
ROMPIENDO ESTEREOTIPOS EN EL ÁMBITO ACADÉMICO
Ambos también enfrentaron preconceptos en sus ámbitos laborales. “Siempre llevé el pelo largo, y más de una vez me sugirieron que me vistiera más formal. Pero lo importante es lo que decís, no cómo te ves”, señala Power. Wolman, en cambio, lo vivió al revés: “Si iba a Cemento y veía un cantante con camisa, ya no me generaba nada”.
Sin embargo, en el aula, la percepción es diferente. “Los alumnos tienen la idea preconcebida de que el profesor es alguien formal y distante”, dice Power. “Pero cuando entrás a dar clase con una remera de Maiden y compartís alguna anécdota musical, el ambiente se relaja”.
Wolman destaca que la imagen del “heavy peludo” ha cambiado con el tiempo: “Antes había más prejuicio con eso. Ahora se asocia más con alguien buena onda, casi como un hippie”.
LA MÚSICA COMO MOTOR DE INNOVACIÓN
Hoy, con décadas de experiencia tanto en la ciencia como en la música, ambos destacan la importancia de explorar sin miedo. “Si tienen una vocación artística, no la abandonen”, aconseja Power a los jóvenes científicos con inquietudes creativas. Wolman, por su parte, enfatiza la necesidad de desafiarse constantemente: “Cuando todo es predecible, se vuelve aburrido. En la ciencia, como en la música, hay que encontrar algo nuevo que te impulse a seguir”.

En ese sentido, Power recuerda cómo decidió cambiar su línea de investigación tras años de especializarse en un área: “Me senté con un colega que me mostró un y me enamoré del tema. Sabía que me iba a costar dos años sin publicar, pero lo asumí como un desafío”.

Para Wolman, la necesidad de reinventarse es fundamental: “Cuando un proyecto empieza a sentirse rutinario, hay que buscar otro camino. Lo mismo pasa en la música. Si una banda hace siempre lo mismo, pierde frescura. En la ciencia, si no buscás nuevas preguntas, dejás de hacer ciencia”.
¿Y QUÉ MÚSICA ESCUCHAN HOY?
Power sigue fiel al rock clásico y el metal: “Últimamente, volví a Deep Purple, Sabbath, Zeppelin… y nunca dejo de descubrir cosas nuevas en Queen”. Wolman, en cambio, se inclina por la experimentación: “Me interesa la música étnica, sonidos de la región altaica, cantos tubas, música siberiana. Me gusta lo que me saca de lo convencional”.
Ambos coinciden en que la música sigue siendo un espacio de escape, inspiración y, sobre todo, libertad. “Uno puede aprender teoría, pero la música, como la ciencia, se aprende experimentando”, concluye Power.