La inseminación artificial de equinos es un redituable negocio internacional. En la Argentina, por citar un ejemplo, el negocio de los caballos de elite dejó en 2020 un saldo de unos 30 millones de dólares estadounidenses anuales. En el país se producen cerca de 8000 embriones de la raza polo argentino, según la Agencia Bloomberg; este deporte genera una cadena de valor que nutre a unos 40.000 jugadores en 70 países del mundo. Un dato que permite poner en contexto las estrategias para mejorar la eficiencia de las técnicas de reproducción asistida en equinos que se divulgan en esta nota. Claro que, de un rocín de mala estampa y poca alzada, la posibilidad de generar un brioso corcel solo queda en el terreno del oxímoron de aquel antiguo refrán castizo del título.

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Los caballos modernos fueron domesticados por primera vez en las estepas pónticas, en el norte del Cáucaso, alrededor del 2200 a. C., y unos pocos siglos después ya habían conquistado el resto de Eurasia, según los resultados de un equipo internacional de 162 investigadores dirigido por el paleogenetista Ludovic Orlando, del Centre national de la recherche scientifique francés (CNRS), publicado en Nature. Para ello, los especialistas analizaron los genomas de 273 caballos que vivieron entre 50.000 y 200 años a. C. Indudablemente, la historia de la civilización humana no hubiese sido la misma sin caballos. Por eso, proponemos un raudo rescate de algunos de los equinos, reales o imaginarios, más insignes en mitología, historia, literatura, historieta, series de TV y publicidad. Como advertencia: se trata de una selección arbitraria.

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