Es un hecho constatable que las personas con enfermedades cardiovasculares e hipertensión constituyen uno de los grupos de mayor riesgo para desarrollar síntomas graves por la COVID-19. Esto hizo que investigadores de todo el mundo se pusieran a trabajar sin denuedo para escudriñar qué relación subyace en estas dos patologías. La Argentina, y en particular la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA, registra una larga tradición en los estudios del sistema renina-angiotensina-aldosterona, que es el intrincado sistema hormonal encargado de regular la presión sanguínea y el volumen extracelular corporal, así como del delicado balance entre el sodio y el potasio. Y es en ese contexto que la enzima ACE2 (por sus siglas en inglés, pero ECA2, en español) podría constituirse en otro de los flancos por donde atacar a este coronavirus.
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