¿CON GUSTO NO PICA? – SARNA, UNA AMENAZA EMERGENTE

Su prevalencia en nuestro país es desconocida, sin embargo se estima que podría ser elevada. Es importante, además del tratamiento farmacológico del paciente y sus convivientes, implementar medidas higiénicas de profilaxis. Si bien ha habido gran avance en el conocimiento de la sarna, se requiere más investigación sobre su epidemiología, diagnóstico, tratamiento y prevención.

La sarna es una infestación de la piel producida por el acaro Sarcoptes scabiei var. hominis. Casi 300 millones de personas están afectadas mundialmente. La prevalencia más elevada de sarna ocurre en las áreas tropicales. Sarcoptes es un vocablo griego (sarx, carne; copto, cortar) mientras que escabiosis deriva del latín scabere, que significa rascar.

La entidad fue descrita posiblemente por Aristóteles, quien utilizó el término akari para designar al “ácaro de la madera”. En la Edad Media empezó a utilizarse azufre como tratamiento y a fines del siglo XVIII se hicieron las primeras descripciones del agente causal gracias al advenimiento del microscopio. Sin embargo, fue hasta 1834 cuando Simón François Renucci extrajo el ácaro de varios pacientes, y en 1844 Ferdinand von Hebra escribió Über die Krätze (Acerca de la sarna) donde describe la enfermedad de manera magistral.

El riesgo de adquirir sarna se incrementa en hábitats con altos niveles de densidad poblacional, en institutos geriátricos, prisiones y en campos de refugiados. Los niños y personas mayores se hallan mayormente expuestos a contraer sarna. En los niños, esta infestación a veces muestra una presentación clínica atípica. En niños mayores, las localizaciones específicas son el cuero cabelludo y la cara. En niños más pequeños, los sitios más comunes de infestación son las palmas de las manos, plantas de los pies y axilas.

Los síntomas de infestación por ácaros de la sarna son causados por la respuesta alérgica del hospedero al ácaro. El principal síntoma clínico de la sarna clásica es una picazón de la piel entre los dedos de las manos y en la superficie interna de la  muñeca, generalmente de noche. Las lesiones pueden extenderse desde las manos hacia los codos, nalgas y muslos superiores. A menudo se hallan coinfectadas con Streptococcus pyogenes  y/o Staphylococcus aureus debido a aberturas en la piel. Estos ácaros tienen el potencial de causar infestaciones tales como impétigo, celulitis y abscesos, y pueden generar infecciones sanguíneas potencialmente fatales. La sarna clásica es una condición dermatológica adquirida por contacto directo y prolongado con la piel de un individuo infestado. El contacto sexual es una forma común de transmisión.

La sarna noruega fue descripta en 1848 por Daniel Cornelius Danielssen y Carl Wilhelm Boeck en leprosos noruegos. Es una enfermedad oportunista y muy contagiosa, diseminada en gran parte del cuerpo con numerosas escamas exfoliativas de la piel que contienen un gran número de ácaros, ninfas y huevos. Ocurre principalmente en pacientes inmunodeprimidos. Esta infestación afecta grandes superficies cutáneas con aspecto engrosado, con múltiples descamaciones y costras grisáceo-amarillentas. En contraste con la sarna clásica, la forma noruega suele no provocar picazón. Como este tipo de parasitosis es altamente contagiosa, es esencial extremar las medidas de higiene para evitar su diseminación. Estas medidas incluyen: aislamiento de los contactos, baños diarios, lavado asiduo de ropas, higiene general y tratamiento adecuado de los convivientes.

En la Argentina, la prevalencia de esta enfermedad es desconocida, sin embargo en la práctica médica diaria se estima que podría ser elevada. No es una enfermedad de notificación obligatoria y por lo tanto conlleva a un bajo registro de casos. Algunos de los brotes se conocieron a través de los medios de comunicación masivos. En septiembre de 2013 uno de los brotes de sarna fue detectado en la provincia de Salta entre alumnos de una escuela primaria. Este evento se publicó en El Tribuno, un periódico local. En septiembre de 2014 en el diario Clarín se publicó que un 25% de niños atendidos en el Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez padecían sarna. En agosto de 2015, 15 casos fueron detectados en Balnearia (provincia de Córdoba). En septiembre de 2016, al menos 30 operarios de un call center estaban infectados en la ciudad de Rosario, Santa Fe. Esto fue publicado en el periódico local El Ciudadano. En junio de 2017, un caso de sarna fue confirmado en una niña y 2 casos más fueron detectados en la provincia de La Rioja.

El diagnóstico presuntivo es clínico y se confirma por la visualización del parásito, sus huevos o heces. El método estándar consiste en la realización de raspados de la epidermis y un examen microscópico en búsqueda del ácaro característico. El examen de raspado de la piel rara vez revela la presencia de organismos debido al escaso número de ejemplares. En estos casos una respuesta al tratamiento empírico apoya el diagnóstico.

En secciones histológicas los ácaros se identifican sobre la base de su exoesqueleto quitinoso, presencia de patas y algunas estructuras internas. En la sarna noruega el número de ácaros es muy elevado y, por lo tanto, es más fácil su detección.

El tratamiento incluye terapia tópica con permetrina o ivermectina, y terapia sistémica con ivermectina oral. Ambos tipos de terapia se aplican en la actualidad.

En resumen, la prevalencia mundial oscila entre 0.271 y 46%, y en general está subdiagnosticada. Los niños y las personas mayores son los más afectados dentro de la población general. La sarna representa un problema importante en hospitales e institutos geriátricos. Como se dijo, el síntoma principal es la presencia de un intenso prurito y rash en pápulas. Pueden producirse infecciones bacterianas secundarias. La sarna noruega es muy poco frecuente y altamente contagiosa. Es importante, además del tratamiento farmacológico del paciente y sus convivientes, implementar medidas higiénicas de profilaxis tales como el lavado de la ropa de cama y toallas. A pesar de que ha habido un gran avance en el conocimiento de la sarna, futuras investigaciones son necesarias sobre la epidemiología, el diagnóstico, el tratamiento y la prevención.

 

Ejemplar adulto de Sarcoptes scabiei

 

Claudia Menghi, Claudia Gatta y Liliana Arias

Departamento de Bioquímica Clínica, Área Parasitología Clínica, Cátedra Microbiología Clinica, Hospital de Clínicas, Facultad de Farmacia y Bioquímica,UBA

 

 

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