EL SECRETO DETRÁS DE LOS SUPLEMENTOS DIETARIOS

Los suplementos dietarios, pensados como complementos de la dieta de personas sanas, son muy populares y se consumen en todo el mundo. A pesar de ser considerados por los consumidores como “naturales” e “inocuos”, estos deben ser consumidos con cuidado, en especial, teniendo en cuenta que existen numerosos informes de adulteraciones de este tipo de productos en todo el planeta.

 

Los suplementos dietarios (SD) tienen como objetivo complementar la dieta, pero hoy mucha gente recurre a ellos para mejorar otros aspectos de su vida. Según la publicidad nos ayudarán a dormir, a adelgazar o incluso a concentrarnos más. La normativa que rige en nuestro país los define como productos destinados a incrementar la ingesta dietaria habitual, suplementando la incorporación de nutrientes de las personas sanas que presenten necesidades básicas dietarias no satisfechas o mayores a las habituales. Los SD solo pueden contener péptidos, proteínas, lípidos, aminoácidos, carbohidratos, vitaminas, minerales, fibras dietarias y hierbas, como prescribe el Código Alimentario Argentino.

Probablemente, la mayoría de nosotros, o algún conocido, ha consumido un SD. Para comprar estos productos no se requiere prescripción médica y, por ende, se los puede adquirir fácilmente en diversos comercios como farmacias y dietéticas, pero también es muy común su venta a través de Internet.

 

Figura1. Porcentaje de adulteraciones según el país de reporte. Expresados como porcentaje del total de reportes entre 2009-2019. (Tomado de Muschietti y col., 2020)

 

Si bien el beneficio que ofrece su uso es cuestionable, el mercado global de los SD es enorme (aproximadamente 120 mil millones de dólares en 2019) y se espera un crecimiento anual del 8% en los próximos años, según Market Research Report, 2020. Solo en Estados Unidos se estima que existen más de 85.000 productos disponibles. El crecimiento del mercado se debe, entre otros factores, a que los consumidores asocian los SD como productos más naturales, más “saludables” y menos nocivos que las especialidades medicinales. Los usuarios de este tipo de productos en general refieren que el propósito de su uso es mejorar o mantener su estado de salud. Sin embargo, en muchos casos no suelen ser tan inocuos como aparentan. Desde su introducción en el mercado, a finales de la década de 1990, se han reportado muchas adulteraciones de estos productos (Figuras 1 y 2) que conllevan un alto riesgo para la salud.

 

Figura 2. Aldulteraciones en SD reportadas por continente. Expresados como porcentaje del total de reportes entre 2009-2019. SD: suplementos dietarios; ND: no determinado. (Tomado de Muschietti y col., 2020)

 

Adulteración de SD

Una adulteración implica una alteración de la calidad y la pureza de un producto. En el caso de los SD, esto puede incluir el uso de especies vegetales relacionadas (y, por lo general, más económicas), la ausencia de algún componente, o bien la presencia de sustancias no declaradas. Si bien los SD no están destinados a tratar patologías, en los últimos años se ha informado la adulteración de numerosos de estos productos con ingredientes farmacéuticamente activos (IFA) o sus análogos (Figura 3). Los IFA son las drogas que se encuentran en los medicamentos o especialidades medicinales que consumimos, cuyas propiedades farmacológicas y de toxicidad han sido evaluadas y registradas. Este tipo de sustancias han sido aprobadas para su comercialización por autoridades sanitarias como la ANMAT.

En cambio, muchos de los análogos (moléculas muy similares a otra, pero no idénticas) que se encuentran como adulterantes son sustancias cuyas propiedades, efectos farmacológicos o toxicidad se desconocen o se conocen pobremente. En general, un producto adulterado presenta solo una sustancia no declarada, pero en un solo SD se han llegado a encontrar como adulterantes ¡hasta 6 sustancias diferentes! Un trabajo de revisión publicado recientemente por nuestro grupo de trabajo resume la adulteración de ciertos tipos de SD, en los últimos 10 años, y los métodos analíticos que se utilizan para su detección.

 

Figura 3. IFAs y análogos más utilizados como adulterantes en SD. Las fórmulas fueron tomadas en https://pubchem.ncbi.nlm.nih.gov/. Las flechas marcan las diferencias entre análogos, IFAs: ingredientes farmacéuticamente activos; SD: suplementos dietarios. Fuente: Wlaker y col. 2016.

 

Algunos ejemplos de adulteraciones

Según los registros, los SD más adulterados son aquellos que alegan un efecto sobre la virilidad masculina, o más formalmente, que ayudan con la disfunción eréctil (Figura 4). Se han encontrado adulteraciones con sildenafil, conocido popularmente por su nombre comercial Viagra®, tadalafilo y vardenafilo, los tres IFAs aprobados para el tratamiento de la disfunción eréctil, así como también con numerosos análogos (Figura 3). El primer informe de adulteración con estas drogas data de 2003. Nuestro grupo de investigación ha detectado la presencia de tadalafilo y aminotadalafilo en sendos productos comercializados en nuestro país cuyo rótulo declaraba varias especies vegetales, vitaminas y minerales en su composición.

Muchas personas consumen SD con el objetivo de adelgazar o mantener la figura y estos son los productos que siguen en frecuencia de adulteración (Figura 4). En general, estos suelen estar adulterados con sibutramina y otros anorexígenos (anfepramona y fenproporex), antidepresivos (fluoxetina), ansiolíticos (benzodiazepinas), diuréticos o laxantes, entre otros. La mayoría están adulterados con sibutramina (Figura 3) y fenolftaleína, que fueron retirados del mercado estadounidense por sus efectos adversos en 2010 y 1999, respectivamente. Otro adulterante que suele encontrarse es la efedrina, un simpaticomimético que eleva la presión arterial y cuyo uso fue prohibido en 2004. Otras clases de SD que suelen encontrarse adulterados son aquellos utilizados para el manejo de la hipertensión arterial y la diabetes. En los primeros se han encontrado diferentes clases de drogas: diuréticos, antagonistas del calcio, vasodilatadores, α- y β-bloqueantes, inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina, antagonistas del receptor de angiotensina II, y agonistas del receptor α2-adrenérgico. En el caso de los segundos, se han encontrado drogas hipoglucemiantes como metformina, glibenclamida y rosiglitazona. Pero estos no son los únicos ejemplos, la lista de SD adulterados es extensa.

 

Figura 4. Frecuencia de adulteración de SD según su uso. Calculado como porcentaje del total de reportes entre 2009 y 2019. (Tomado de Muschietti y col., 2020)

 

Causas y consecuencias de la adulteración de SD

El principal objetivo de la adulteración con IFAs y sus análogos suele ser exaltar el efecto declarado con un producto de menor costo. De hecho, muchas veces el producto no contiene varios de los componentes declarados. Esto se ve favorecido por la regulación que rige a los SD. A diferencia de las especialidades medicinales, el proceso de registro, aprobación y comercialización es mucho más simple. El control que se ejerce sobre los SD es más laxo que sobre los medicamentos y, generalmente, el control de calidad de estos recae sobre los fabricantes, quienes son responsables de la calidad.

Muchos pacientes usan estos SD, en especial aquellos que contienen hierbas, para tratar patologías crónicas y no refieren su uso a los médicos ya que los consideran inocuos. Si bien los productos herbarios son percibidos como naturales e inofensivos, es necesario destacar que sus componentes pueden generar efectos adversos o interacciones medicamentosas incluso sin estar adulterados. La presencia de IFAs o sus análogos puede agravar esta situación ya que no son declarados y la identificación de adulterantes requiere un análisis previo. Tratándose de los análogos, en muchas ocasiones no se conocen sus perfiles fármaco-toxicológicos por lo que el riesgo es aún mayor. Así, la adulteración de SD se vuelve un gran problema de salud pública.

Esta situación representa un riesgo enorme para los consumidores y es una preocupación para las autoridades sanitarias. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos de las autoridades y, dado un consumo creciente y un mercado globalizado, se hace muy difícil controlarlos. Por esto, para reducir los daños es de gran importancia la colaboración de diferentes sectores, como la academia, las agencias sanitarias y actores privados (Figura 5).

Dado los riesgos que conlleva el consumo de SD, así como el de otros productos para el cuidado de la salud, es recomendable que el consumidor obtenga la mayor información del producto y que consulte con un profesional de la salud (médico y/o farmacéutico) sobre su correcto uso.

 

Figura 5. Informes de adulteración de acuerdo con el tipo de institución. U: universidades; AG: agencias gubernamentales; OP: organizaciones privadas; NE: no especificado.  Con los signos "+" se indican las colaboraciones. (Adaptado de Muschietti y col., 2020)

 

 

Jerónimo Ulloa, Flavia Redko y Liliana Muschietti

Jerónimo L. Ulloa es farmacéutico egresado de FFyB, magíster en Ciencias Biomédicas (IMBS, FFYB, UBA) y doctor en Farmacia (FFYB, UBA); docente/investigador en la Cátedra de Farmacognosia (FFYB, UBA) y el Instituto de Química y Metabolismo del Fármaco (IQUIMEFA, UBA/CONICET).

Flavia Redko es doctora por la Universidad de Buenos Aires, jefa de trabajos prácticos en la Cátedra de Farmacognosia, Departamento de Farmacología de la FFyB-UBA-Instituto de Química y Metabolismo del Fármaco (IQUIMEFA).

Liliana V. Muschietti es farmacéutica egresada de FFyB y doctora en Farmacia (FFYB, UBA), y profesora adjunta de la Cátedra de Farmacognosia, FFYB, UBA.

 

 

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