LA CUESTIÓN DE LA AUTONOMÍA DE LA FARMACIA DURANTE LA ÉPOCA COLONIAL

Durante la etapa colonial los farmacéuticos o boticarios, nombrados como la “facultad de farmacia”, estuvieron bajo la tutela de los médicos, que mantuvieron su preeminencia y conservaron la división jerárquica propia del Antiguo Régimen entre las especialidades del arte de curar. Los médicos del Protomedicato tenían en sus manos el control, la validación y enseñanza de todas las especialidades. No obstante, los farmacéuticos buscaron ganar la autonomía de su facultad.

 

Los médicos del Protomedicato tenían en sus manos el control, la validación y la enseñanza de todas las especialidades. No obstante, los farmacéuticos buscaban ganar autonomía.

 

El primer intento podemos situarlo en marzo de 1805, cuando los farmacéuticos notables de la ciudad dirigieron sus quejas a la Junta Superior Gubernativa de Farmacia, creada hacía poco en España. El oficio firmado por Narciso Marull y Diego Marengo, los boticarios más importantes en ese momento, mostraba la esperanza de que con la intervención de la Junta se extendiera a América la independencia de la farmacia alcanzada en la Península. Los boticarios pedían que se enviasen comisionados al Río de la Plata para que establecieran una Junta Gubernativa de Farmacia, compuesta de tres profesores de la especialidad. Solicitaban, además, una cátedra de farmacia, separada de la escuela del Protomedicato.

 

En 1805, farmacéuticos notables de la ciudad de Buenos Aires dirigieron sus quejas a la Junta Superior Gubernativa de Farmacia, creada hacía poco en España, con la esperanza de que se extendiera a América la independencia de la farmacia alcanzada en la Península. Pero, desde el Protomedicato, Cosme Argerich y Justo García Valdez bloquearon la iniciativa.

 

Desde el Protomedicato, Cosme Argerich y Justo García Valdez bloquearon la iniciativa. Argumentaron que, aunque la Farmacia tenía el derecho a la autonomía, el sistema de subdelegaciones era impracticable en el Río de la Plata debido a que el escaso número de farmacéuticos resultaba insuficiente para costear su funcionamiento. De esta manera, la presencia de la Junta de Farmacia en el Río de la Plata se limitó al pedido de informes, que fueron rápidamente archivados. Sus disposiciones no tuvieron ningún efecto ni provocaron cambio alguno.

 

Las aspiraciones autonómicas no se extinguieron. La Asamblea del año XIII trató un pedido de autonomía de la farmacia y la creación de una escuela donde se dictaran los contenidos específicos de la facultad. Por entonces, los miembros del Protomedicato Miguel Gorman, Agustín Eusebio Fabre y Cosme Argerich escribieron un informe contrario; según ellos la medicina contenía a la farmacia.

 

Las aspiraciones autonómicas de los farmacéuticos no se extinguieron en ese episodio. Tiempo más tarde, ya en pleno proceso independentista, la Asamblea del año XIII trató un pedido de los farmacéuticos Juan Crisóstomo Bravo, Nicolás Rodríguez, Juan Gallardo y Carlos Marengo en el que solicitaban, una vez más, la autonomía de la farmacia y una escuela donde se dictaran los contenidos específicos de la facultad.

Recayó en el Protomedicato la tarea de informar acerca de si resultaba conveniente “la dependencia de la farmacia a la medicina”. Miguel Gorman, Agustín Eusebio Fabre y Cosme Argerich escribieron un informe contrario a la independencia de la farmacia. Según ellos la medicina contenía a la farmacia, y los saberes de esta estaban contemplados en el plan de estudios del Instituto Médico Militar, la institución que le siguió a la primera escuela de medicina inaugurada por el Protomedicato. Sostenían que el desconocimiento de la química por parte de los boticarios era una razón suficiente para no dejar en manos de un profesor de farmacia esa cátedra.

No obstante la posición que sostenía el Protomedicato y el Instituto Médico Militar, entre los médicos encontramos opiniones favorables a la independencia de la Farmacia. El joven médico Mariano Vico escribió un informe que tomaba distancia de las consideraciones negativas enunciadas por Gorman, Fabre y Argerich, Vico sostuvo que los farmacéuticos tenían un rol profesional de relevancia. Por ejemplo, los farmacéuticos participaban de los exámenes, controles y visitas a las boticas que llevaba adelante el Protomedicato y suministraban cada uno de los compuestos que debían reconocer los examinados farmacéuticos. Según Vico, cuando se examinaba a un aspirante farmacéutico era necesaria la presencia de un boticario nombrado por el Protomedicato, y su opinión definía si estaba en condiciones de aprobar o no.

 

Los farmacéuticos no tuvieron el peso suficiente para contrarrestar la intervención de los médicos notables y no consiguieron habilitar una Escuela de Farmacia sino hasta 1854. De entonces data la enseñanza formal y académica de la Farmacia en territorios de lo que hoy constituye la República Argentina. 

 

Para Vico los farmacéuticos eran expertos en su campo. A diferencia de los testimonios de la cúpula del Protomedicato y del Instituto Médico Militar, concluía que la subordinación de los farmacéuticos a la medicina no era conveniente ni necesaria, y para dar fin al conflicto restaría a los gobernantes reglamentar los alcances que tendría a partir de entonces la facultad de farmacia.

Las opiniones favorables a la independencia de la farmacia no fueron tomadas en cuenta por las autoridades políticas y la relación entre ambas facultades continuó sin cambio. Los farmacéuticos no tuvieron el peso suficiente para contrarrestar la intervención de los médicos notables y no consiguieron habilitar una escuela de farmacia sino hasta la década de 1850. Hasta entonces dependieron de los médicos en todo lo concerniente a la expedición de títulos, habilitaciones de boticas, permisos para la fabricación de drogas y la venta de medicinas.

 

Alejandro Palomo es profesor de Historia por la Universidad de Buenos Aires y doctor en Historia por la Universidad Nacional de Tres de Febrero

Nota: el texto constituye un ejercicio divulgativo de fragmentos de la tesis de Benito Alejandro Palomo. La medicina como profesión en Buenos Aires (1780-1830). Director de tesis: doctor en Medicina por la Universidad de Buenos Aires y doctor en Historia por la University of Notre Dame, EE.UU), Miguel de Asúa.

 

Fuentes y Bibliografía

Archivo General de la Nación (1917) Acuerdos del extinguido Cabildo de Buenos Aires, serie I, tomo XV, libro X, años 1677 a 1681.

Archivo General de la Nación IX-11-7-7

Archivo General de la Nación X-20-4-6

Archivo General de la Nación X-6-2-2.

Molinari, J. L. (1963) “La reforma de las instituciones médicas por la asamblea de 1813 y en la época de Rivadavia” en Historia, IX, Núm. 32, pp. 130-135.

 Cignoli, F. (1953) Historia de la Farmacia Argentina, Librería y editorial Ruiz, Rosario.

Liceaga, J. (1953), “Historia de la farmacia argentina. Las boticas en la colonia”, Revista Farmacéutica, Año XCVI, Tomo 95, Nº 3 y 4, pp. 74-88.

 Beltrán, J. R. (1937) Historia del Protomedicato de Buenos Aires, El Ateneo, Buenos Aires.

 

 

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Aportes históricos
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