PREVENCIÓN DE LESIONES. ADULTOS AL CUIDADO: ¿EQUIVALE A INFANCIAS SEGURAS?

Las lesiones no intencionales son las primeras causas de muerte de niños, niñas y adolescentes. La mayoría de los eventos ocurren en el domicilio, al cuidado de los padres. Las cifras son alarmantes. ¿Qué nos pasa a los humanos? ¿No sabemos cuidar de nuestros cachorros?

 

PARA MUESTRA BASTA UN BOTÓN” 

Spoiler alert: los botones son demasiados.

Las lesiones están entre las primeras tres causas de muerte de niños, niñas y adolescentes mayores de un año en todos los anuarios estadísticos de nuestro país. Disminuir estas cifras forma parte de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, como postuló la Organización de las Naciones Unidas.

En 2021 las lesiones fueron la tercera causa de muerte en el grupo de 0 a 4 años, la segunda en el de 5 a 14 años, y la primera en el de 15 a 24 años, según el Ministerio de Salud de la República Argentina y las publicaciones de la Dirección de Estadísticas e Información de Salud (DEIS),

Los “accidentes” de antaño son un grave problema para la salud pública. Generan una gran carga de mortalidad, enfermedad y secuelas, en ocasiones irreversibles. 

 

Si puede prevenirse no es un accidente.

PERCEPCIÓN DEL RIESGO

La percepción del riesgo es un proceso inconsciente que nos permite evaluar de forma rápida si una situación alberga peligro o no. Está influenciada por múltiples factores como la educación o las experiencias previas y generalmente es baja en la población adulta.

En la sociedad actual los distractores, como el celular, los auriculares y la cultura “multitasking”, que nos somete a una fragmentación de la atención en múltiples tareas simultáneas, conspiran contra el buen cuidado y la prevención.

 

LESIONES VIALES Y ¿PERSPECTIVA DE GÉNERO?

La Agencia Nacional de Seguridad Vial afirmó en marzo de 2023, en el informe “Seguridad Vial con Perspectiva de Género” que, de acuerdo con los datos obtenidos, las mujeres son más precavidas que los varones al manejar y muestran mayor percepción del riesgo: consumen menos alcohol previo a conducir un vehículo, declaran menor exceso de velocidad, respetan más las señales del semáforo, usan más el cinturón de seguridad y protegen más a las/os niñas/os mediante el uso del sistema de retención infantil (SRI).

Ellas tienen, por tanto, menor probabilidad de padecer siniestros viales como conductoras y de que estos deriven en traumatismos graves o incluso la muerte.

Desgraciadamente la mayoría de los conductores son varones.

 

¿VIVIMOS EN HOGARES SEGUROS?

La decisión en la elección de una vivienda o un hotel para alquilar o vacacionar se basa, generalmente, en criterios estéticos o prácticos, como la proximidad a los centros comerciales, o la “seguridad”: la presencia de una guardia genera tranquilidad, pero… ¿advertimos el peligro dentro de la casa o en los entornos vecinos?

Hay detalles que habitualmente no miramos, como a qué altura están ubicados los enchufes o qué características tienen las aberturas. ¿Cómo son las rejas? ¿Hay masas de agua sin cerco de protección?

Cuando los entornos no están pensados considerando la seguridad, la atención debe ser máxima. Las guardias de los hospitales reciben frecuentemente pacientes intoxicados por medicamentos guardados en cajones sin llave, o productos envasados en recipientes de golosinas o gaseosas, o niños golpeados por un ventilador de techo próximo a una cama cucheta, una invitación a jugar inadvertida. 

Estos detalles de protección son ignorados por la población y muchas veces por los constructores y paisajistas: las barandas horizontales de balcones y terrazas son un desafío para los más chicos, siempre ansiosos de trepar.

En situaciones de viaje y esparcimiento, como las vacaciones o las fiestas, los mayores están relajados en entornos poco conocidos. La “sensación de seguridad” se multiplica si hay muchos adultos. La realidad demuestra lo contrario: 

 

Cuando todos cuidan, nadie cuida.

LOS ENTORNOS ACUÁTICOS

En 2021 se registraron 281 ahogamientos mortales. Cada 31 horas murió una persona por ahogamiento en nuestro país. Tenemos, no obstante, serias dificultades para la recolección de datos que permitan diseñar y aplicar políticas públicas costo efectivas y se presume que la cantidad de personas ahogadas es mucho mayor aún, debido al subregistro 

La responsabilidad de los cuidadores, otra vez, hace una enorme diferencia: los adultos atentos, disponibles y competentes, sumados a un entorno adecuado para proteger a los pequeños son la diferencia entre la vida y la muerte: es una causa de muerte frecuente el ahogamiento de un niño pequeño en una pileta cuyo cerco no cumplía con la reglamentación. O estaba ausente. O estaba abierto. 

Los humanos nos ahogamos en volúmenes muy pequeños de líquido: bastan 5 a 10 cm que cubran la nariz y la boca para que inhalar el aire que necesitamos sea imposible. Cuando todos los mecanismos de alerta y defensa funcionan adecuadamente y tenemos hacia donde desplazarnos, los adultos podemos retirarnos del peligro y evitar así que el agua ingrese a nuestra vía aérea. En el caso de los niños pequeños el domicilio puede ser una trampa mortal: pueden resbalarse en la bañadera o inclinarse frente a un balde, un pozo, una piletita de lona y caer hacia adelante. El inodoro es también una fuente de peligro si los más pequeños no están supervisados.

 

Si hay agua, alerta máxima para los adultos.

La pileta debe contar con un cerco adecuado, al igual que divisores infranqueables entre las viviendas y siempre un adulto supervisando a los menores.

¿Qué sucede con los adolescentes y adultos jóvenes? Se ahogan, aun sabiendo nadar, en “aguas oscuras en movimiento” (ríos, mares, lagos). En este caso hay factores de riesgo que afectan el resultado de la experiencia en el agua como el desconocimiento del entorno, la falta de equipamiento adecuado en los deportes náuticos y traslados por el agua, el consumo de alcohol y otras sustancias que alteran los reflejos y la percepción del riesgo, comprometen la conciencia y la toma de decisiones

 

CONCLUSIONES

En todo el planeta las lesiones no intencionales atentan contra la vida de las personas, la salud pública y la economía de los estados. 

Los adultos, a cargo de cuidar a los niños-as, fallamos en la tarea de evitar lesiones por una suma de factores que involucran a la educación, la forma de vida y el control y gestión del estado.

El mejor sistema de prevención es como una cebolla: un conjunto de capas sucesivas que actúan sinérgicamente como un caparazón a prueba de fallos. Difundir, conocer y responsabilizarse por estos problemas es un paso inicial para lograr nuestro objetivo: niños, niñas y adolescentes seguros al cuidado de adultos responsables.

 

María Cecilia Rizzuti es médica pediatra (MN 82871), prosecretaria del Comité Nacional de Prevención de Lesiones y miembro del Comité editor de la revista Noticias Metropolitanas, Región Metropolitana, Sociedad Argentina de Pediatría. Miembro del Grupo Internacional de Acciones de Prevención y Socorrismo (GIAPS). Se formó en el Curso de Periodismo Médico y Comunicación en Salud, Sociedad Argentina de Periodismo Médico, Asociación Médica Argentina. 

 

Bibliografía

Iñón, Alberto (Coord. gral). Manual de prevención de accidentes. Segunda edición actualizada, 2005. Sociedad Argentina de Pediatría

Ministerio de Salud. Dirección de Estadísticas e Información de la Salud. https://www.argentina.gob.ar/salud/deis/defunciones_de_menores_de_5_anos.indicadores_seleccionados_-_ndeg_168_-_argentina_2021.pdf

Ministerio de Transporte. Agencia Nacional de seguridad Vial, Observatorio Vial. https://www.argentina.gob.ar/seguridadvial/observatoriovialnacional

Organización Panamericana de la Salud. Prevención del ahogamiento. https://www.paho.org/es/temas/prevencion-ahogamiento

Principales Indicadores de la Seguridad Vial con Perspectiva de Género en Argentina. https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/2018/12/ansv_informe_indicadores_seguridad_vial_perspectiva_genero_marzo_2023.pdf

Sociedad Argentina de Pediatría. Consenso Nacional de Prevención del ahogamiento. “El niño y el agua”. 1a parte. Arch Argent Pediatr 2009; 107(3):271-276

 

 

Categoria: 
Actualidad
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