JUAN ANTONIO SÁNCHEZ

“Un día de noviembre de 1919 me dijo Sánchez: ´Tengo un proyecto y deseo su apoyo´. El proyecto era la creación del Doctorado en Bioquímica y Farmacia. Quería elevar la dignidad científica del farmacéutico. Y nos pusimos a la obra. ¡Admirable proyecto! Él fue el arquitecto y el constructor, yo apenas un simple auxiliar. ¡Qué paciencia, sabiduría, experiencia, conocimiento de los hombres, afán de superación, presidieron el nacimiento de aquel plan de estudios! Y después las luchas contra los enemigos de adentro y los enemigos de afuera; los primeros agazapados en algunos círculos, que parecían tener celo de esta hermana menor, que hacía rato había llegado a la mayoría de edad; y los segundos, los enemigos de afuera, de otras Facultades de la Universidad, que pugnaban por mantener hegemonías sin justificación.

Pero este hombre, con apariencias de cordero, llegado el momento resultó un león. He vivido sus angustias, sus esperanzas, sus entusiasmos y sus desalientos, en una lucha continua, áspera, ingrata, pero que terminó con victoria”.

“Lo digo sin jactancia: Sánchez me conquistó todo entero y me constituí en un segundo representante de la Escuela de Farmacia”.

 

 (Dr. en Medicina Osvaldo Loudet, propulsor del Doctorado en Bioquímica y Farmacia, en Médicos argentinos, 1966)

 

Juan Antonio Sánchez nació en Buenos Aires el 15 de junio de 1871. Estudió en el Colegio Nacional de Buenos Aires y luego en la Escuela de Farmacia de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Buenos Aires, donde obtuvo el título de Farmacéutico en 1896. Se casó con Celestina Boterlini, con quien tuvo tres hijos: Ricardo E., ingeniero civil; Juan A., doctor en Bioquímica y Farmacia; y Marcos E., perito agrónomo.

Una de sus discípulas, Rosa D´Alessio de Carnevale Bonino, en el libro dedicado a su vida y obra reseñó: “Ya graduado, realizó su primera experiencia profesional, adquiriendo una farmacia en el centro de la ciudad, que por razones económicas debió trasladar a un barrio apartado donde no había luz eléctrica y muy pocos medios de comunicación con el radio céntrico”. Se trataba de la localidad de Villa Ortúzar. En ese local “preparó las primeras limonadas concentradas que se hicieron en el país, fraccionó polvos faciales en pequeños sobres de colores, que adornó y cerró anudándoles moños de cintas (…); fue también el consultor de toda la pobre gente que vivía en casuchas miserables en las proximidades de su botica, iluminada de noche por elegantes lámparas de acetileno, que eran la atracción del barrio y el asombro de los que se detenían atónitos ante sus vidrieras”, relató Carnevale Bonino. La inventiva de Sánchez, acicateada por la escasez, lo llevó a fabricar su propia “máquina de hacer moños” para engalanar el ´marketing´ de sus productos cosméticos.

Fue allí también, en la rebotica del local, donde Sánchez hizo sus primeras armas en la investigación. En la propia voz de Sánchez, se trataba de una “época de escasa holgura económica, en la cual para realizar (el trabajo) tuve que suplir la falta de crisoles con los dedales del costurero de mi fiel compañera”. Es que debía llevar a fusión ígnea las sales nitrogenadas orgánicas, tales como nitritos y nitratos, o las de amonio, en presencia de una sustancia rica en carbono y de sodio metálico, y en revelar luego el cianuro formado como azul de Prusia, relató Sánchez, y para ello, nada mejor que los dedales de Doña Celestina.

En 1901, leyó en un matutino el llamado a concurso de ayudante de laboratorio de una entidad ministerial. Luego de rendir cuatro pruebas teóricas y prácticas obtuvo un cargo en el Laboratorio de Química del Ministerio de Agricultura, donde comenzó a desempeñarse el 10 de julio de 1902 y donde, además, cumplió una dilatada trayectoria.

Luego de vender su farmacia, decidió en 1905 cursar el doctorado en Química en la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la UBA. “Esa determinación se debió a las dificultades que se le presentaron en el laboratorio, pues siendo simplemente farmacéutico debió dilucidar problemas analíticos más o menos complejos frente a los doctores en Química, que eran sus compañeros de trabajo”, destacó Carnevale Bonino. Egresó en 1909, con sobresaliente y felicitación, con la tesis “Ensayo de halogenime-tría”. Había dejado así en claro, y tempranamente, una preocupación lo acompañaría hasta el fin de sus días: la sólida formación profesional y científica del farmacéutico.

Asimismo, su ahínco por desarrollar la investigación fue reconocida con prontitud. Ya en 1909 había sido designado miembro de la Sociedad Química de Francia y varios de sus primeros trabajos se publicaron en revistas científicas francesas de renombre, como Bulletin de la Societé Chimique de France, Annales de Chimie Analytique y Journal de Pharmacie et de Chimie. Desde la iniciación de su carrera y hasta el final de su vida, Sánchez estuvo fuertemente vinculado con distinguidos farmacéuticos y químicos latinoamericanos y europeos, particularmente con colegas franceses.

 

SU FRUCTÍFERA VIDA ACADÉMICA

Para 1910 solicitó dictar un curso libre de Ensayo y Determinación de Drogas. El 27 de julio de 1911 fue designado por concurso profesor suplente de Química Analítica. El 10 de abril de 1917 fue nombrado profesor titular para el curso de Química Analítica (Medicamentos) del primer año del Doctorado en Farmacia, que había sido recientemente creado en la Facultad de Ciencias Médicas de la UBA.

En 1919 Sánchez fue designado consejero de la Facultad de Ciencias Médicas por la Escuela de Farmacia. “El 3 de noviembre de ese año presentó un plan de estudios que incorporaba la nueva carrera de Doctorado en Bioquímica y Farmacia como un perfeccionamiento de la carrera de Farmacia. Fue precisamente el consejero estudiantil, Osvaldo Loudet, el mismo que luego brillara como estupendo espécimen humanista y científico, quien apoyara este proyecto”, expresó el doctor Enrique Iovine. A lo que agregó: “La revolución que introdujo Sánchez es la de proponer una carrera íntegramen-te cursada en la Facultad de Ciencias Médicas. Nótese que decimos revolución, porque realmente era un cambio profundo el que se preconizaba. No era el intento caprichoso de contar con una nueva carrera profesional sino el reconocimiento de la estrecha correlación entre los estudios médicos, farmacéuticos y químicos biológicos”.

“De ese modo se independiza en la enseñanza de la Facultad de Ciencias Físico-Matemáticas. Sobre la base de su plan se crearon las siguientes nuevas cátedras: Anatomía y Fisiología Comparada, a cargo del profesor doctor Frank L. Soler; Bromatología, del profesor doctor Felipe A. Justo y de Farmacología Argentina y Fitoquímica, del doctor Juan A. Domínguez”, detallaron por su parte los doctores Roberto García, Adriana Carlucci y Carlos Bregni, de la Cátedra de Farmacotecnia I de la FFyB, en Acta Farmacéutica Bonaerense.

“Con la visión de futuro que (Sánchez) siempre imprimió a sus obras, destacó las proyecciones de la nueva carrera y las modificaciones que introducidas en la enseñanza, prepararían al farmacéutico y al bioquímico para desempeñarse con eficiencia `en la industria farmacéutica nacional del porvenir´”, precisó a su vez Carnevale Bonino.

Pero, qué mejor que sea Sánchez quien explique su sentido y necesidad: “La creación del Doctorado estaba en el ambiente: de manera que lo que hice no fue más que concretar esa aspiración y darle forma. Era una necesidad sentida la intensificación de los estudios en la Escuela de Farmacia. No se trataba de crear cátedras ni de ampliar los programas de las ya existentes. Había que planear algo más trascendental. Imprimir nuevos rumbos a la enseñanza, orientarla hacia fines complementarios con la medicina”.

En 1939, a raíz de una presentación de la Asociación Bioquímica Argentina, le fue conferido el título de Doctor Honoris Causa en Bioquímica y Farmacia. Se convirtió, así “en el primero y único doctor honoris causa en la disciplina que él mismo creó”, según el maestro Francisco Cignoli.

En 1941 fue designado profesor honorario y se puso al frente del Instituto de Investigaciones de Química Analítica Funcional de Medicamentos, donde trabajó hasta su muerte, acaecida en Buenos Aires el 31 de octubre de 1953, a los 82 años.

 

CUALQUIER PARECIDO CON LA ACTUALIDAD… ¿ES PURA COINCIDENCIA?

“Hoy el Doctorado está perfectamente cimentado y todo depende de vosotros, que debéis dignificarlo con las luces de la sabiduría y justificarlo especializándoos en cualquiera de sus ramas… Asociaos a este voto que van a pronunciar mis labios: No abadonéis la Escuela, haced como si el lapso de estudiantes no hubiese trascurrido, pensad que vuestra nueva carrera abarca ciencias eminentemente experimentales, meditad en que solo se hace ciencia en el laboratorio y con el libro. El más insignificante de los problemas exige para su completa dilucidación, una incógnita de tiempo y de esfuerzo, se sabe cuándo se comienza no cuándo se termina un trabajo científico”. Así habló Juan Antonio Sánchez en 1923, en el agasajo que brindaron sus amigos, colegas y ex discípulos por su brillante actuación en el Consejo Directivo de la Facultad de Ciencias Médicas, en pro del Doctorado en Bioquímica y Farmacia.

Cien años han pasado de la aprobación, un 4 de diciembre de 1919, a las 8.15 p.m., de ese plan iluminador que impuso la novedosa figura profesional del ´farmacéutico-bioquímico´, concepción que como un faro pronto difractó su haz de luz a otras universidades argentinas y latinoamericanas. Y tan solo para exhibir una muestra de ese espíritu obstinado e imperecedero, en 2017 un título de posgrado de la Facultad de Farmacia y Bioquímica vuelve a reunir las dos profesiones *, bajo la transdisciplinarie-dad, en la carrera de Especialización en Biotecnología Bioquímico-farmacéutica. Aquel faro, todo indica, sigue guiando la singladura.

 

Nota

* Aporte de la profesora doctora Adriana Carlucci, actual directora de esa Carrera de Especialización, quien al ser consultada, en la elaboración de esta semblanza, por las razones que motivaron el nombre del título de la especialidad expresó: “Hoy podemos afirmar que ese espíritu con el que se creó el Doctorado en Bioquímica y Farmacia se conserva en esta casa de estudios, como lo demuestra la destacada actividad de Posgrado que ofrece. Nuestros exalumnos vuelven a formarse, y también graduados del interior y del extranjero. La última oferta en Carrera de especialización, la de Biotecnología Bioquímico-farmacéutica, vuelve a reunir las dos profesiones bajo la transdisciplinariedad de la Biotecnología. Y ya no son títulos de exclusivo valor académico, porque nuestros profesionales son buscados y elegidos por instituciones y empresas nacionales y multinacionales para dar su opinión en decisiones científicas/tecnológicas claves relacionadas con la salud de la población”.

(Carlucci, Adriana. Materiales mímeo y comunicación personal, Facultad de Farmacia y Bioquímica, UBA, agosto de 2019).

 

Amalia Beatriz Dellamea - Centro de Divulgación Científica - Facultad de Farmacia y Bioquímica - UBA

Bibliografía revisada
Asociación Bioquímica Argentina. “La Asociación Bioquímica Argentina: la ciencia, el país, el mundo”. http://www.aba-online.org.ar/institucional/bienvenidos.html
Cignoli, Francisco. “La vida del maestro”. En: Juan A. Sánchez. Libro de oro. Bs. As., 1943.
D`Alessio de Carnevale Bonino, Rosa C. “Juan A. Sánchez, farmacéutico, químico argentino y su vinculación con sus colegas franceses contemporáneos”. Museo de la Farmacia, Facultad de Farmacia y Bioquímica, Bs. As., 1978.
García, Roberto; Carlucci, Adriana y Bregni, Carlos. “150 aniversario de la creación de la carrera de Farmacia en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires. Argentina”. Acta Farmacéutica Bonaerense. 24 (3): 468-71, 2005.
Iovine, Enrique. “Discurso de conmemoración del 75º aniversario de la Asociación Bioquímica Argentina”. Revista Bioquímica y Patología Clínica, Vol. 72, Nº 2, 2008.
Loudet, Osvaldo. Médicos argentinos. Huemul, Buenos Aires, 1966.

Sánchez, Juan A. Libro de Oro. Talleres Gráficos “Tomás Palumbo”, Bs. As., 1943.

 

 

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Aportes históricos
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