CÓMO DISMINUIR EL IMPACTO DE LOS ENVASES Y OTROS DESECHOS SÓLIDOS URBANOS SOBRE EL MEDIO AMBIENTE

En un artículo anterior se han analizado los aportes de los envases plásticos a la disminución de las pérdidas y desperdicio de los alimentos, y el impacto ambiental debido a su fabricación y posterior desecho. En este se comentarán los desarrollos tecnológicos tendientes a mitigar ese impacto, como el desarrollo de plásticos biodegradables y compostables, los envases plásticos retornables y los reciclados mecánicamente.

 

Según lo informado por Sanjay K. Sharma y Siddaharth Jain, el World Bank Group estimó en 2018 que las principales técnicas para el tratamiento de los residuos sólidos urbanos (RSU), que comprenden restos por desperdicio de alimentos, poda, residuos de envases y embalajes de diversos materiales, etc., son a nivel global: vertederos a cielo abierto, 33 %; rellenos sanitarios, 37 %; reciclado, 13.5 %; incineración, 11 %; y compostado, 5.5%.

Los vertederos a cielo abierto están muy cuestionados por obvias razones sanitarias y no constituyen una forma de valorización de los RSU como sí lo son el resto de las técnicas mencionadas, pero coexisten junto con ellas en todo el mundo, tanto en los países industrializados como en los países en vías de desarrollo.

Las principales técnicas para la disminución del impacto ambiental de los residuos de envases y embalajes plásticos son: la optimización —en general disminución— de espesores y peso de los envases; el reciclado mecánico grado alimentario, principalmente de polietilentereftalato (PET)); el uso de envases retornables, por ejemplo, botellas de PET para bebidas; desarrollo de bioplásticos, entre ellos los envases biodegradables y compostables; reciclado químico de plásticos, por ejemplo, depolimerización (para PET), pirólisis (para otros plásticos); implantación de sistemas integrados de gestión (SIG) de RSU.

En la actualidad los envases son mucho más livianos que hace treinta años. En particular, en el caso de los materiales plásticos esto se ha logrado gracias a los avances en la producción de nuevos polímeros y copolímeros, y en el desarrollo de técnicas de combinación de los materiales plásticos entre sí, y también con foil de aluminio y cartulina, por medio de procesos cada vez más eficientes. Así se ha logrado obtener en la actualidad envases más livianos y con iguales o mejores propiedades mecánicas y de barrera (baja permeabilidad) a los gases, vapor de agua y aromas que los de hace varias décadas atrás. Algunos ejemplos de los logros en la disminución del peso de los envases son: las botellas de PET para bebidas (gasificadas o no) han experimentado una reducción del 25 %; los potes de poliestireno (PS) para yogur, del 46 %; los envases compuestos tipo Tetrabrik para envasado aséptico de alimentos estériles, como leche, jugos, etc., del 23 %; los envases de aluminio, del 25 %.

 

ENVASES PLÁSTICOS BIODEGRADABLES Y COMPOSTABLES. BIOPLÁSTICOS

Los envases plásticos biodegradables están constituidos por materiales tales que, tras desecharse luego de su uso y con condiciones ambientales adecuadas, como la temperatura y la humedad, comienzan a ser atacados por los microorganismos (mohos, levaduras y bacterias) capaces de transformar por medio de enzimas las macromoléculas poliméricas de alto peso molecular, en sustancias simples de muy bajo peso molecular, utilizadas como fuente de energía necesaria para su metabolismo.

Si la biodegradación se logra en forma controlada, rápida y eficiente en plantas de compostado, el material plástico biodegradable se puede certificar —contra normas internacionales— como material compostable y será posible utilizarlo como materia prima de esas plantas para la obtención de compost (abono) de uso en jardinería o en la producción agrícola. Las plantas de compostado operan en condiciones controladas de temperatura, humedad y flora microbiana, lo que permite una biodegradación rápida de forma económicamente viable.

Por el contrario, los plásticos convencionales más utilizados en el envasado de alimentos, como polietileno (PE), polipropileno (PP), PET, PS, policloruro de vinilo (PVC), obtenidos por vía petroquímica a partir de recursos naturales no renovables (gas, petróleo) no son biodegradables ni compostables.

Según European Bioplastics, los bioplásticos comprenden los polímeros biodegradables y compostables que provienen de fuentes naturales renovables (principalmente desechos agrícolas o de la pesca, y cultivos como el maíz); los polímeros biodegradables y compostables que provienen de gas y petróleo; y los polímeros sintéticos no biodegradables ni compostables que provienen de fuentes naturales renovables.

Los bioplásticos se usan en cantidades muy reducidas, siendo su capacidad instalada de producción global de 2.22 millones de toneladas (Mton) (European Bioplastics, 2022), lo que constituye el 0.63 % de la producción mundial de plásticos convencionales de 352.3 Mton (Plastics Europe, 2022). Los productores están radicados en general en pocos países desarrollados, por lo que estos materiales son insumos importados por la mayoría de los países, y su costo es mayor que el de los plásticos convencionales. Entre las principales causas de su uso reducido en ciertos nichos de mercado se pueden mencionar que sus propiedades mecánicas y de barrera a gases, vapor de agua y aromas son inferiores a la de los plásticos convencionales no biodegradables; y la escasez de plantas de compostado industrial instaladas a nivel global.

 

ENVASES RETORNABLES DE PET

El uso de botellas plásticas retornables para el envasado de productos específicos, por ejemplo, bebidas gaseosas y agua mineral envasadas en botellas de PET, ha suscitado un gran interés tecnológico y comercial desde mediados de la década de 1980, tanto en los EE.UU. como en algunos países de la Unión Europea, originalmente en Alemania y Países Bajos.

Estos envases están destinados a permitir varios ciclos de retorno entre la empresa embotelladora y el consumidor, a través del punto de venta, donde se descuenta el valor del envase de PET vacío del precio de venta del producto, tal como ocurre en el caso de envases de vidrio para cerveza. Los envases que no están dañados, manchados con pintura o solventes que los tornan blanquecinos, etc. (que no son aceptados en el punto de venta) son recogidos por las empresas embotelladoras.

Pero si tras consumir la bebida, el consumidor agrega al envase productos distintos del contenido original, pueden ingresar al material plástico diversas sustancias que suelen no ser visibles a simple vista, por lo que es necesario contar con detectores de contaminantes a la entrada de la línea de lavado de las botellas en la empresa embotelladora.

En 1993 se sancionó la Resolución Grupo Mercado Común (GMC) 16/93, incorporada al art. 196 bis del Código Alimentario Argentino (CAA). Allí se establecen los requisitos que deben cumplir los envases retornables de PET para esos productos y los establecimientos embotelladores. Tres décadas después, estos envases se siguen usando en la Argentina. Dada la importancia del retorno de envases en la economia circular, esta tecnología se está adoptando cada vez más en otros países, en particular en algunos Estados Miembro de la Unión Europea.

 

RECICLADO MECÁNICO DE MATERIALES PLÁSTICOS DE GRADO ALIMENTARIO

El reciclado mecánico de grado alimentario a nivel global (principalmente de envases de PET para bebidas, y en mucho menor porcentaje envases de PE, PP y PS) es una técnica muy usada para el tratamiento de materiales plásticos que forman parte del desecho posconsumo. Estos envases son descartados junto con el resto de los residuos, o bien son separados en forma selectiva para su recolección diferenciada, dependiendo de la logística existente en la comunidad para su recuperación y posterior reciclado.

El material plástico recuperado de mayor interés a nivel mundial es el PET y, para obtenerlo para uso alimentario, debe someterse a tratamientos especiales de separación de otros materiales (papel, otros plásticos no deseados, metales, etc.); lavado para eliminación de etiquetas, tapas de botellas, tintas y adhesivos; descontaminación para eliminar contaminantes mediante tecnologías complejas de alta eficiencia, que deben estar validadas (Anexo del Capítulo IV del CAA); y finalmente secado y obtención del material descontaminado en forma de gránulos (pellets).

Los transformadores (convertidores) compran el PET posconsumo reciclado (PCR) de grado alimentario a las plantas recicladoras, y lo utilizan para fabricar nuevos envases en mezclas con materiales plásticos vírgenes que compran a las petroquímicas, y que contienen del 15-20 % hasta el 100 % de material reciclado, dependiendo de su disponibilidad.

Tras la sanción de la Resolución GMC 30/07 del MERCOSUR en 2007, y su posterior incorporación al CAA como Anexo del Capítulo IV, se comenzó el proceso de instalación, autorización y registro de la primera planta de producción de PET-PCR en la Argentina. Los primeros envases que contienen PET-PCR para bebidas se comercializaron a partir de 2010.

Actualmente el reciclado mecánico de PET de grado alimentario sólo es técnicamente viable en el caso de envases transparentes sin color (no azul, verde, ámbar (“caramelo”) u otros); y constituidos sólo por PET (no para el caso de envases multicapa de PET con capas de barrera (por ejemplo, al oxígeno) de otros materiales plásticos).

En este artículo se han presentado las técnicas más utilizadas para disminuir el impacto de los envases plásticos de desecho, así como otros RSU, sobre el medio ambiente, y fueron comentadas tres tecnologías que tienen diversos grados de desarrollo en el mundo. Entre ellas, el reciclado mecánico de PET grado alimentario tiene un gran auge; el uso de los envases retornables de PET está en aumento; mientras que el uso de plásticos biodegradables y compostables tiene muy bajo impacto en la economía circular por el momento.

 

Alejandro Ariosti es ingeniero químico por la Universidad de Buenos Aires (UBA), máster en Ciencia y Tecnología de Alimentos (Universidad Nacional de Mar del Plata) y especialista en Tecnología de Transformación de Plásticos (Universidad Nacional de San Martín), profesor adjunto, Cátedra de Bromatología, Facultad de Farmacia y Bioquímica, UBA.

 

Bibliografía

ECOPLAS.Guía de ecodiseño para una economía circular de los plásticos. Buenos Aires, Argentina, 2021. Disponible en: https://ecoplas.org.ar/site2020/wp-content/uploads/2021/09/Publicacion-61-Ecodiseno.pdf

ECOPLAS. Economía circular - Una oportunidad para los plásticos. Buenos Aires, Argentina, 2019. Disponible en: https://ecoplas.org.ar/2016/wp-content/uploads/2019/06/Publicación-N°51-de-Ecoplas-Economía-Circular-de-los-plásticos.pdf

European Bioplastics, https://www.european-bioplastics.org/

Sharma, K. y Jain, S. Municipal solid waste generation, composition, and management: the global scenario. Social Responsibility Journal, 23 de junio de 2020. DOI: 10.1108/srj-06-2019-0210. Disponible en: https://www.semanticscholar.org/paper/Municipal-solid-waste-generation%2C-composition%2C-and-Sharma-Jain/accdc8d1a5941012ba283ccd8aaa189f91134c8f/figure/4

 

 

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