LA UNIVERSIDAD HOY TIENE UN ROL CENTRAL EN LA FORMACIÓN NODOCENTE

Las marchas y contramarchas en la vida política, económica y social de la Argentina dejaron marcas en las instituciones del país. La Universidad de Buenos Aires (UBA) no se encontró ajena a esta problemática. Bastones largos, intervenciones, fuga de cerebros, persecuciones, desaparecidos…, expresiones que aún siguen presentes.

Las agrupaciones sindicales vivieron, en carne propia, estos conflictos. APUBA atravesó parte de esta historia. Jorge Anró y Claudio Garderez, nos acercan una breve reconstrucción y algunas proyecciones del futuro inmediato de los trabajadores nodocentes.

 

¿Cómo fue la reconstrucción del movimiento Nodocente desde el regreso de la democracia hasta la actualidad?

La reconstrucción del movimiento ´ Nodocente´, del colectivo de trabajadores y trabajadoras de la UBA sindicalmente organizados llevó tiempo después de la dictadura. Fuimos un sindicato fuertemente intervenido, como nos pasó en otras dictaduras. Incluso con compañeros y compañeras desaparecidos, cuya memoria debemos honrar. Las figuras de Antonio Martínez (secretario general por tres períodos a partir de 1969), del propio Roberto Garuzzo (secretario general desde 1989 hasta 1994), sumadas a militantes históricos fueron preponderantes en los primeros años de la democracia. A partir de allí, atravesamos las vicisitudes con la lucha de un gremio que fue creciendo y cambiando generacionalmente, pero que enfrentó grandes problemas, ajustes. Hoy somos un sindicato fuerte, se lo debemos a todos esos años de definiciones y aprendizajes.

 

Desde hace unos años la Universidad de Buenos Aires y APUBA acompañaron iniciativas estructurales en la formación y capacitación del personal nodocente, ¿qué pueden contarnos al respecto?

La Universidad hoy tiene un rol central en nuestra propia formación. Pero eso no vino solo, hubo que conquistarlo. Hace poco más de quince años las trabajadoras y trabajadores de la principal casa de formación de nuestro país no teníamos capacitación alguna. Y esa responsabilidad del empleador fue tomada por APUBA, como un derecho. De esta manera impulsamos el Instituto Superior de Educación – APUBA (FACULTAR) y, a partir de allí, el secundario a distancia, las tecnicaturas, la formación asistencial y la licenciatura. Mirar hoy eso en perspectiva, a más de una década de distancia, es ver un sindicato que apostó fuerte por la capacitación cuando el país entero se derrumbaba y, ver a la Universidad acompañando, brindó herramientas muy valiosas. Es uno de los grandes orgullos que tengo como dirigente. Las perspectivas futuras son inmensas: cientos de nodocentes hoy estudian y progresan con nosotros, no solo en su carrera laboral, sino en su vida.

 

La UBA ocupa el podio a nivel nacional y ascendió al puesto 75 del Ranking Global QS 2017/8. ¿Otras universidades pilares del país cuentan con capacitación?, ¿a nivel internacional sucede lo mismo?

La UBA es muy importante, no solo a nivel nacional y regional. Está entre las grandes universidades del mundo. De ahí que su fuerza en la capacitación también sea importante. Nosotros tuvimos y tenemos la posibilidad (y lo hemos hecho en la medida de nuestras aptitudes) de exportar estas ideas, estos recorridos, a través de la Confederación de Trabajadores y Trabajadoras de las Américas (CONTUA), la Internacional de Servicios Públicos (ISP) y otros organismos internacionales. También hemos impulsado y apoyado todo lo que nuestra Federación Argentina de Trabajadores de Universidades Nacionales (FATUN) realiza en este terreno a nivel nacional, que me consta, es considerable. Hay desarrollos en otras partes y eso sirve mucho.

 

Jorge, hace unas semanas fuiste elegido como secretario adjunto de FATUN, ¿qué horizonte se aproxima?

Es un gran orgullo haber sido elegido para ese cargo, pero también un signo de grandes problemas. Es una Federación de gran heterogeneidad, conducida por un verdadero arquitecto de la unidad y un dirigente formidable como el compañero Nelso Oscar Farina, desde hace 32 años. Para mí, acompañarlo en esta gestión es un orgullo en ese sentido. Pero no lo hago por vanidad, ni porque me sobre el tiempo, sino porque fundamentalmente entiendo que estamos viviendo situaciones difíciles, con un proyecto de país que va a perjudicarnos mucho a los trabajadores y trabajadoras en general y que por eso debemos estar más fuertes, más unidos y alertas que nunca. De ahí la necesidad de participar personalmente (APUBA ocupa ese espacio hace muchos años), de poner toda nuestra experiencia y nuestra organización a la cabeza de una lucha que será compleja, para enfrentar los ajustes y recortes de un plan económico que solamente puede beneficiar a quienes más tienen. 

 

Hemos hablado de las fortalezas que la UBA y APUBA brindan al personal nodocente, ¿observas debilidades que se deben cimentar?

Hoy las y los nodocentes somos la columna vertebral de la Universidad. Uno de sus pilares fundamentales. Nuestras fortalezas son la unidad y el desarrollo que hemos alcanzado, que nos ubican como actores políticos centrales de una institución, aun con las carencias inmensas que tenemos, los problemas presupuestarios y una coyuntura claramente desfavorable. Somos parte de la gestión de la UBA, en un camino hacia el cogobierno que, sin dudas, debe profundizarse, y que acabará siendo más profundo. Es inevitable. Y eso es la consecuencia de las fortalezas que recién nombraba.

 

Claudio participa activamente durante las sesiones del Consejo Directivo de FFyB, vos también tenés espacio en las reuniones del Consejo Superior de la UBA. ¿Qué pueden resaltar de la participación activa del movimiento ´nodocente´ en estos debates?

Los representantes de los trabajadores y trabajadoras nodocentes debemos ocupar siempre esos espacios. Y lo hacemos en forma activa, participando, colaborando, dando nuestro punto de vista, aportando nuestra mirada de clase. Es impensable una Universidad vinculada al mundo del trabajo sin esa mirada del trabajador, sin la perspectiva sindical de quienes día a día estamos para abrir y cerrar las aulas, para hacer que esa Universidad sea, en lo cotidiano, posible. Ya llegará el día en que tengamos voto y se termine una de las grandes injusticias que aún persisten. Ahí recién se podrá completar una Reforma Universitaria que en pocos meses más cumple un siglo de existencia.

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